“El verdadero sentido de la tragedia es la profunda comprensión de que lo que el héroe expía no son sus pecados particulares sino el pecado original, es decir, la culpa de la existencia misma”.
Arthur Schopenhauer
Cuando Christopher Nolan fue el encargado de revivir la franquicia que Joel Schumacher había sepultado catastróficamente en 1997, la expectativa fue amplia con Batman inicia (2005), pero miles de fanáticos salieron de las salas con un halo de decepción al ver que el cineasta invocaba en el final de la cinta a uno de los villanos efigie del vigilante de Ciudad Gótica.
Tres años después, Nolan nos dejó boquiabiertos con su visión del Joker, enfundada por Heath Ledger, la cual le mereció un Oscar póstumo. Según críticos, celebridades y más especialistas del mundo del entretenimiento, esta interpretación sobrepasa la actuación del mismo personaje encarnado por Jack Nicholson en Batman (1989), dirigida por Tim Burton.
A una década de distancia, El caballero de la noche es considerada la mejor película de superhéroes de toda la historia del cine, al menos eso se mostró en el ranking realizado por la revista Rolling Stone en 2014, además Games Radar y Business Insider también le otorgan el primer sitio en pleno 2018.
Más allá de reflejar una realidad ficticia en un filme acerca de personajes sacados de una historieta cómica, Chistopher junto a su hermano Jonathan Nolan —ahora creador de la serie Westworld— lograron un guión en el que retratan individuos que se perciben reales, que sangran, que son vulnerables al dolor.
Basta recordar la escena del interrogatorio entre el hombre murciélago y el payaso, donde al fin se topan frente a frente, Batman debía hacer ceder al Joker, pero fue justo a la inversa, el bufón, príncipe del crimen, fue quien terminó quebrándolo a él, revelando los sentimientos por su antigua pareja.
El carácter del paladín nocturno y del antagonista burlesco llegó a ser analizado en tres artículos extensos en el sitio Psychologytoday.com en su momento. El impacto que causó la película de Nolan empezó a repercutir en la sociedad moderna, incluso metiéndose en la psique del imaginario cultural de cómo es que el adversario tenía más fuerza por su pensamiento filosófico que él propio defensor de la justicia.
El mismo Joker lo indica cuando le explica al caballero de Gótica que la moral de la ciudadanía está podrida y se contradice constantemente.
“No soy un monstruo, sólo estoy por delante de la curva”, pronuncia el criminal con maquillaje durante su participación en la cinta.