Desahuciada

Tal y como se esperaba, ninguno de los ministros de la Suprema Corte de Justicia quiso tomar el riesgo de analizar la eventual violación del derecho al debido proceso, en el caso de la maestra Elba Esther Gordillo. 

A diferencia de lo que la Suprema Corte resolvió hace un año en el caso Florence Cassez, al examinar cuidadosamente el expediente, esta vez los ministros de la Corte se rehusaron siquiera a conocer el caso. 

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Tal y como se esperaba, ninguno de los ministros de la Suprema Corte de Justicia quiso tomar el riesgo de analizar la eventual violación del derecho al debido proceso, en el caso de la maestra Elba Esther Gordillo. 

A diferencia de lo que la Suprema Corte resolvió hace un año en el caso Florence Cassez, al examinar cuidadosamente el expediente, esta vez los ministros de la Corte se rehusaron siquiera a conocer el caso. 

En consecuencia, en los próximos días el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal revocará el amparo que ya le había sido concedido a La Maestra un juez de Distrito. 

También se sabe que los magistrados que integran dicho Tribunal, resolverán que la querella interpuesta por la Secretaría de Hacienda para consignar a Elba Esther Gordillo, sí cumplió con los requisitos legales del caso.

Diferencias

¿Qué hubieran dado los trabajadores de Mexicana de Aviación para que el gobierno de Felipe Calderón les hubiese asegurado su trabajo, como ahora lo está haciendo el Gobierno Federal con los 11 mil empleados de Oceanografía? 

¿Y qué hubieran dado, también, los acreedores de Mexicana, como Banorte, para no tener que tragarse las pérdidas provocadas por la administración fraudulenta que se le imputa a Gastón Azcárraga?

En cambio, los accionistas de Citibank Banamex y los demás acreedores bancarios de Oceanografía, seguramente están pegando brincos de gusto después de haber escuchado que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ayer se comprometió públicamente a que los banqueros que le prestaron a Oceanografía, podrán esperar una “recuperación ordenada de sus créditos”. 

Mejor, imposible. 

El pecado del padre Goyo

Por cometer el pecado de imprudencia, al padre Goyo de Apatzingán le fue impuesta la penitencia de pasarse unos meses de vacaciones en Roma. 

Y aunque el presbítero dijo que aprovechará su estancia en la ciudad eterna para escribir un libro sobre la virtud teologal de La Esperanza, no estaría mal que ahora que tendrá tiempo para pensar, antes de hablar, reflexione un poco en qué quiso decir Cristo con aquello de “amaos los unos a los otros”. 

Jesucristo nunca se puso al frente de ningún grupo armado de autodefensas para ajusticiar a Barrabás, y tampoco para sacar al rey Herodes del palacio.

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