Los que andan buscando de dónde salió la edecán que encendió las pasiones en el debate presidencial, que volteen a ver a Jesús Tapia.
Su casa productora fue la que contrató a Julia Orayen, la playmate de la revista Playboy que opacó en las redes sociales -y hasta en los medios tradicionales- todas las propuestas y los pleitos de los candidatos presidenciales.
Pero eso ya lo sabíamos. Lo que muchos ignoran es que Jesús Tapia además de ser un productor que opera en los dominios de TV Azteca, también fue productor oficial en el sexenio de Vicente Fox.
Para ser precisos, operó en los últimos dos años de la anterior administración panista dentro de los dominios de Cepropié, la productora del gobierno mexicano.
Así que desde las entrañas de la televisora que se negó a pasar el debate y desde el seno del primer gobierno panista, salió el productor que deliberada o accidentalmente les arrebató el show a los políticos.
Y de paso terminó robándole el rating al partido del futbol en el que perdió el Morelia, el equipo azteca, y le bajó los bonos a la candidata panista. Sí, a la misma que Fox llamó en Monterrey “mi presidenta”.
El round de sombra
Desde el viernes 4 de mayo Gabriel Quadri ya se había fajado en un round de sombra privado. Y vaya que dejó un muy buen sabor de boca.
No fue en un debate abierto, sino en una comparecencia cerrada ante los 35 personajes que asistieron a la reunión preparativa del G-20 en la Ciudad de México.
Comandados por el financiero y filántropo Nicolás Berggruen, el cónclave reunía a líderes de la talla de Felipe González de España, Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Gordon Brown de Inglaterra, además de intelectuales, académicos y comunicadores.
La tarde del viernes la reservaron para una pasarela de los candidatos presidenciales de México. Sólo asistieron dos: Gabriel Quadri y Enrique Peña Nieto. Por separado.
Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota se disculparon. No midieron el calibre de la audiencia y dejaron pasar una oportunidad de oro.
El hecho es que a lo largo de una hora, cada candidato hizo una exposición detallada de sus propuestas de gobierno. Y recibieron no sólo preguntas, sino consejos de los personajes reunidos en el hotel Four Seasons.
Sin ninguna duda, fue el candidato del Panal el que mejor sabor de boca dejó entre la exigente concurrencia. Propuestas al grano, profundas, sensatas, sin titubeos y bien estructuradas.
Tanto que algunos ex mandatarios y ex primeros ministros extranjeros fueron muy elogiosos de la exposición de Quadri. “En nuestros países hacen falta nuevos liderazgos políticos como usted, tan estructurados y profundos”.
A Peña Nieto no le fue mal. Se vio claro y directo, propositivo. Pero le faltó profundidad y detalle para acabar de impactar ante un elenco tan conocedor como exigente.
Una maestra orgullosa
La que no cabe de gusto después del debate es Elba Esther Gordillo. Y no es para menos.
La Maestra aceptó la postulación de Gabriel Quadri sin conocerlo, como la última posibilidad para garantizar el registro del Panal.
Su alianza fracturada con Enrique Peña Nieto obligó a buscar una opción tardía que llegó de uno de sus asesores de confianza, Luis Castro.
Hoy el candidato priista se debe estar dando de golpes contra la pared mientras La Maestra no da abasto para responder a tantas llamadas telefónicas o a mensajes por su Blackerry. La estrategia le quadró.