Gran precursor del expresionismo es sin duda el noruego Edvard Munch

Edvard Munch

Gran precursor del expresionismo es sin duda el noruego Edvard Munch. Vasta es su obra y, como todo lo que en realidad es arte, está vigente en nuestros días. Tratando de retratar las emociones humanas, Munch crea la que tal vez sea la más célebre de sus pinturas: “El grito”. Existen mitos en torno a […]

Gran precursor del expresionismo es sin duda el noruego Edvard Munch. Vasta es su obra y, como todo lo que en realidad es arte, está vigente en nuestros días. Tratando de retratar las emociones humanas, Munch crea la que tal vez sea la más célebre de sus pinturas: “El grito”.

Existen mitos en torno a los motivos que tuvo el escandinavo para realizar tal proeza plástica, como por ejemplo que se inspiró en una momia peruana, aunque al parecer fue simplemente plasmar uno más de los sentimientos de las personas.

Sea cual sea la versión oficial, yo he encontrado una razón que culminó con la creación de “El grito”. De hecho, Edvard Munch se adelantó varias décadas a su tiempo pues estoy seguro de que esta pintura es como una fotografía de la expresión que hacemos al recibir el estado de cuenta de la tarjeta de crédito. Ni más ni menos.

Especialmente es el arranque del año cuando cobramos conciencia de todos los excesos de las semanas previas y que evidentemente hace que caigamos en cuenta de los platos rotos que hay que pagar. Llega a tal grado la desesperación de la gente que justo en esta época es cuando los otorgantes de crédito plástico reciben más quejas de “gastos no reconocidos”. Lo más increíble es que para algunos individuos esta condición de endeudamiento parece que llega de sorpresa como si nunca hubiera ocurrido.

Para ya no seguir jugando con el dedo en la llaga, aquí algunas recomendaciones para el manejo correcto de nuestro desfalco:

1. Aunque suene absurdo y trillado, lo primero que debes hacer es guardar la calma. Si imitas al protagonista de Munch no lograrás cosa alguna.

2. El siguiente paso es hacer un recuento de los daños con lujo de detalles. A quién le debo, cuánto le debo y qué plazo tengo para pagar.

3. Las instituciones a las que les debes quieren dinero, no procesos jurídicos ni embargos; por lo tanto, debes acercarte y negociar, buscando reestructuras convenientes a tu cartera.

4. Una buena alternativa es consolidar tus deudas, esto es, traspasa todo lo que debes a otro crédito con condiciones mucho más blandas.

5. Esta última recomendación la debes de utilizar siempre y cuando estés perfectamente bien asesorado pues de lo contrario es altamente peligrosa; me refiero a solicitar un crédito hipotecario de liquidez para conseguir dinero sobre un inmueble, obvio, de tu propiedad, y así obtener más plazo y menos tasa. Repito, hazlo con muchísimo cuidado.

Deja de lamerte las heridas y con mesura y paciencia saldrás adelante.

Recuerda: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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