El amargo placer
Ese placer culposo que es el dolor del sentimiento, ese trago amargo que reconforta, aunque se sabe que es veneno, la animadversión que causa el desa-sosiego, eso es lo que provoca Pedro Almodóvar.
“Julieta” es su regreso al nicho protegido, ahí donde el español ha curtido su cine de género Almodovariano: una mujer siente la pérdida en vida de su hija, quien ha decidido irse de su lado sin siquiera decir adiós.
Ese placer culposo que es el dolor del sentimiento, ese trago amargo que reconforta, aunque se sabe que es veneno, la animadversión que causa el desa-sosiego, eso es lo que provoca Pedro Almodóvar.
“Julieta” es su regreso al nicho protegido, ahí donde el español ha curtido su cine de género Almodovariano: una mujer siente la pérdida en vida de su hija, quien ha decidido irse de su lado sin siquiera decir adiós.
En esta ocasión, el cineasta tomó “Destino”, “Pronto” y “Silencio” del libro “Escapada”, de la canadiense Alice Munro, para preparar el libreto de su película, sin embargo, después de acabar el guión en una lengua que no era la suya y meditar sobre si debía aventurarse a filmar en un país extranjero, Almodóvar decidió volver a su zona segura, adaptarlo todo a la España que bien conoce.
Alberto Iglesias sigue a cargo de las composiciones musicales. Tintes de jazz nostálgico, aromas hacia una ventana de un amor incomprendido y sobre todo la tragedia de un abandono postergado es lo que se siente en la atmósfera melódica que acompasa el drama del director manchego.
El thriller como género es explorado, pero el melodrama domina, sobretodo con los aires de melancolía, siendo inevitable la comparación a trabajos previos del realizador, aunque su evolución se siente cuidada con el matiz del tiempo.
Dentro de la experimentación está el recurrir a un reparto fuera de sus actores insignia, lo cual fue excelente tanto para la historia como en el resultado a cuadro.
Emma Suárez y Adriana Ugarte comparten el personaje de Julieta, ya que el largometraje sucede tanto en tiempo presente como en pasado, siendo Suárez el retrato de la mujer que narra los acontecimientos que Ugarte vive de manera jovial en un país ibérico adornado en la década de 1980.
“Julieta” tuvo su estreno mundial en Cannes de este año, teniendo una amplia aceptación, aunque su estreno se ensombreció en España, al develarse en los Panama Papers que los hermanos Almodóvar se habían involucrado con una empresa offshore a principios de los noventa, por lo que toda la promoción se vio cancelada.
Almodóvar logra plasmar el sufrimiento amoroso, exponiéndolo con el realismo de una relación que se sumerge en la búsqueda desenfrenada por encontrar una respuesta.
Julieta es el espejo de una madre que no logra encontrar a su hija, pero a su vez es el dolor de una mujer abandonada que no logra conciliar su amor, es esa persona que vive al borde de la depresión y se envuelve para sí misma en ese repositorio de tristeza.
Sin duda uno de los diálogos mejor logrados es cuando Almodóvar, a través de su heroína, vierte una verdad absoluta, y es cuando ella hace metáfora admitiendo que el reencontrar a ese ser amado que le abandona a uno, es como recaer ante una droga, no hay marcha atrás de ese amargo placer, que es sentir el atisbo de un efímero momento, aunque sea un engaño.
Y por supuesto, Chavela Vargas no podía faltar para seguir echando sal a la herida Almodovariana, con el tema “Si no te vas”.
“Casi todas mis películas ganan la segunda vez que se ven. ‘Julieta’, desde luego, se disfrutará más cuando ya se haya visto y uno conozca su historia (…) A las personas no se las conoce, ni se disfruta de su compañía, en el primer encuentro. A ‘Julieta’ le ocurre lo mismo”, afirma Pedro Almodóvar.