Para La Maga
El 1ero de septiembre se lanzó el cuarto libro de la serie “Millennium” que arrancó Stieg Larsson con “Los hombres que odiaban a las mujeres” (traducción literal del sueco, mejor conocido como “La chica del dragón tatuado”.
Este cuarto libro se titula “Lo que no te mata te hace más fuerte” y la editorial Norstedts Förlag pidió el escrito por encargo al periodista sueco David Lagercrantz.
Larsson comentaba entre amigos que su visión del personaje de Lisbeth Salander hubiese sido la versión adulta de Pippi Longstocking: una chica disfuncional con posible desorden de déficit de atención, batallando para encontrar su lugar en la sociedad pero con una persistente dirección para obtener sus propósitos de vida.
En este valle de personajes que se mantienen ausentes de la sociedad surgen antihéroes o heroínas que son marginados, pero en el fondo son un cuestionamiento hacia el porqué estamos donde estamos, ¿por qué el mundo funciona a base de límites?
En “Momo” (1973) de Michael Ende, el autor propone que una niña de nombre Momo es el eje central de una comunidad, pero no porque tenga el poder de dominarlos o sea una emperatriz, sino porque su humildad, su forma de aislarse del mundo y sobretodo su manera de escuchar les resulta a todos un acto único de comunión inocente con la infante.
En la historia existen los hombres de gris, quienes se encargan de aparecer ante la gente y de una manera engañosa hacerles creer que ahorrarán tiempo, cuando en realidad el tiempo solamente irá a parar a las manos de estos sospechosos personajes, dándonos la metáfora actual de ¿qué estamos haciendo con nuestro tiempo que cada vez tenemos menos?
Aldous Huxley escribió en 1932 “Un mundo feliz”, distopía que presenta una sociedad controlada, minimizada en decisión y que se encuentra bajo el influjo del soma, una droga que causa placer y ausenta las personas de su miseria.
George Orwell en 1948 presentó también una visión de represión en la literatura, “1984” sería el libro de donde saldría la idea del “Gran Hermano” y del estado totalitarista bajo el control social a través de las telepantallas, monitores presenciales en prácticamente todos los rincones posibles.
A pesar de que las novelas cuentan con un tema en común, se dividen por márgenes delgados: La represión en la novela de Huxley se da con motivo del placer, en “1984” el control se obtiene imponiendo el miedo. Orwell propone que la información es controlada de la sociedad y en “Un mundo feliz” la información sería tanta que se termina por ser pasivo ante todo.
De los tres libros se encuentran películas, algunas menos agraciadas que otras. La única que realmente vale la pena destacar es la que realizó Michael Radford precisamente en el mismo año que ideó Orwell su novela. “1984” fue filmada en orden consecutivo acorde al diario del personaje principal Winston Smith y contó con las actuaciones de John Hurt, Richard Burton y Suzanna Hamilton.
Mientras que actualmente en Inglaterra ya existen enormes “ojos” electrónicos que anuncian publicidad acorde a las personas que van pasando en la calle, solo nos queda recordar que en la imaginación nos podremos refugiar, ahí donde Ripstein tomó el título de José Donoso, posiblemente todo sea irreal, sardónico e irreverente, pero será “un lugar sin límites”.