El reinado de los parias
Y tú quieres oír, tú quieres entender Y yo te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes. Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni para los iniciados. Es para la niña que nadie saca a bailar, es para los hermanos que afrontan la borrachera y a quienes desdeñan los que […]
Hidalgo NeiraY tú quieres oír, tú quieres entender
Y yo te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni para los iniciados.
Es para la niña que nadie saca a bailar,
es para los hermanos que afrontan la borrachera y a quienes desdeñan los que se creen santos, profetas o poderosos.
Jorge Teillier – Botella al Mar
– De Cartas para reinas de otras primaveras (1985)
¿Quién más insurrecto que un cuarteto que se hizo llamar como la figura más reconocida en su propio país? ¿Quiénes más rebeldes que ellos que filmaron un videoclip como travestis y fueron vetados por MTV? ¿Quién osó a retar a su propia disquera sobre que convertirían una canción de casi seis minutos en un hit radiofónico?
Eso sólo lo pudo lograr una banda de la que ni siquiera había un molde preestablecido, que no se regían por la etiqueta del “rock”, porque ellos mismos se sabían como marginados de su sociedad, fuera del alcance de lo convencional. Sólo existió una sola reina, una agrupación llamada Queen.
“Somos cuatro inadaptados que no pertenecen a ninguno, estamos tocando para otros inadaptados. A esos, a los parias justo al fondo del lugar, que estamos bastante seguros de que tampoco pertenecen. Nosotros, les pertenecemos a ellos”, así se justificó Freddie Mercury ante John Reid, el primer manejador que tuvo el grupo.
Al menos esa es la versión que se observa en Bohemian Rhapsody, la película biográfica de este ensamble musical (que se estrenará el 2 de noviembre), pero que enfoca gran parte de su producción a la vida del cantante con origen en el Sultanato de Zanzíbar y que prefirió ignorar sus raíces, a tal grado de cambiar su nombre Farrokh Bulsara, por el ahora pseudónimo reconocido mundialmente.
Esta cinta es un caleidoscopio complaciente para todos aquellos seguidores de Queen, para esos excluidos sociales, para los que crecieron escuchando su música, para las nuevas generaciones que desconocen las canciones pegajosas que cambiaron la manera de ver y escuchar el rock.
Más allá de las críticas que está recibiendo el largometraje, o de poner en duda lo apegado que pudo ser a los hechos reales, esta pieza de ficción resulta agradable por mostrar el lado humano de Mercury, por ahondar en los conflictos de los músicos y sus inquietudes al momento de sumar esfuerzos para componer las melodías.
Al final del día, el guitarrista Brian May, John Deacon en el bajo, Roger Taylor desde las percusiones y el fallecido cantautor, se consideraban una familia, su lenguaje era la música, el público sus súbditos y toda su entrega era para solidificar la recíproca empatía, así fue como consolidaron por años su monarquía musical.