El salto final
Su corazón no pudo más y tras una neumonía, el Gato dejó de brincar. Se acabó el aire. Ahí murió el último tango en París.
El saxo tenor partió el 2 de abril en la Gran Manzana, donde, incluso a sus 83 años, tocaba esporádicamente en el club de jazz, Blue Note, sin dejarse frenar por sus pasos entorpecidos como consecuencia de un ataque cerebral, sufrido en 2015, según contó en una de sus últimas entrevistas al periódico La Nación.
Hidalgo NeiraSu corazón no pudo más y tras una neumonía, el Gato dejó de brincar. Se acabó el aire. Ahí murió el último tango en París.
El saxo tenor partió el 2 de abril en la Gran Manzana, donde, incluso a sus 83 años, tocaba esporádicamente en el club de jazz, Blue Note, sin dejarse frenar por sus pasos entorpecidos como consecuencia de un ataque cerebral, sufrido en 2015, según contó en una de sus últimas entrevistas al periódico La Nación.
Se dice que el mote de “Gato” se lo ganó en su racha juvenil en Buenos Aires, ya que tocaba en dos bandas al mismo tiempo; una de jazz y la otra de tango, por lo que tenía que salir corriendo entre clubes para librar en tiempo.
Otra teoría es que solía aparecer y desaparecer de las sesiones de jazz en distintos antros, en los que se tocaba el ritmo que le caracterizó en su carrera musical.
Michele fue el gran amor de Leandro –su nombre real– y juntos vivieron en Roma su amor.
Lamentablemente su compañera de vida falleció en 1996, y desde entonces, algo se quebró dentro de Barbieri.
La reclusión fue su compañera, dejó el sax y poco se sabe del Gato en ese periodo en el que entró en profunda depresión. Después conocería a Laura y juntos tendrían a Christian, varón que cumplió 18 años al siguiente día del deceso de su padre, según reportó AP.
Portador de una fedora negra mucho antes de que Harrison Ford usara el característico sombrero icónico de Indiana Jones, el Gato daba toques singulares con sus labios al instrumento de viento, con los que inmortalizó su más conocida composición: “Último tango en París” realizada para el filme homónimo de Bernardo Bertolucci de 1972.
El encomendado original para dicho soundtrack, era el reconocido bandoneonísta Astor Piazzolla, quien junto con el Noneto (agrupación que formó de 1971 a 1972) crearon “Jeanne et Paul” y “El penúltimo” para la película, pero el cineasta italiano se perfiló por el jazzista, quien le impregnó el carácter nostálgico, romántico y de pérdida que todos conocemos hasta ahora.
Piazzolla y Barbieri tuvieron aparte un encuentro fuera del triangulo con Bertolucci, en la entrevista que hizo Humphrey Inzillo en noviembre pasado en el diario gaucho, el Gato recordó la relación torrencial entre ambos músicos.
“(…)En Buenos Aires siempre tenían problemas con él. A mí también me pasó. Pero creo que es un tema que tienen los porteños ¡La resistencia a la revolución! De todas maneras, era un tipo jodido, también. Pero yo siempre lo consideré un genio. Era un genio, y punto”.
Las palabras se vuelven cortas para expresar el vacío que deja Leandro. Los nombres del jazz se van terminando: Thelonius Monk, Charlie Parker, John Coltrane, Miles Davis y ahora Barbieri se une a los grandes dando un salto final a otro plano existencial.
Barbieri opinó en 1997 para AP, acerca del ritmo musical argentino: “Siempre en el tango es una tragedia; ella lo deja, ella lo mata. Es como una ópera pero se llama tango”.
Adiós Gato, gracias por un último tango en París.