La cuesta de enero siempre es un dolor de cabeza para las finanzas personales

¿Empinada o plana?

Dicen las malas lenguas que la única forma de evitar una “cruda” etílica es no beber… y suena lógico. Con el principio de transitividad podríamos pensar que en el aspecto económico sucede lo mismo, pero no es así: no se puede vivir sin gastar. Luego entonces, la “cuesta de enero” será inevitable, aunque sí se […]

Dicen las malas lenguas que la única forma de evitar una “cruda” etílica es no beber… y suena lógico. Con el principio de transitividad podríamos pensar que en el aspecto económico sucede lo mismo, pero no es así: no se puede vivir sin gastar. Luego entonces, la “cuesta de enero” será inevitable, aunque sí se puede reducir, aplanar. Recordemos que dicha cuesta no simplemente es por los gastos de los meses previos, sino también porque todo sube de precio. Aunque no amerite, es entonces cuando muchos comerciantes, empresarios y gobiernos ajustan sus costos en función de la inflación, las UMA o los salarios mínimos.

Si quieres llegar con dinero a enero, aquí algunas recomendaciones:

1. Embudo inverso. Normalmente gastamos en regalos de lo grande a lo pequeño, es decir, primero los más cercanos o de mayor “compromiso” y al final los que se vayan colando. De esta forma, gastamos más al principio (a veces sin mesura) y, conforme se va agotando el dinerito o la línea de crédito de la tarjeta, lo que compramos es mucho más barato y acabamos quedando mal e insatisfechos. Por eso una buena medida es “invertir el embudo” y designar un monto total para regalos, aunque la repartición perjudique a los más allegados.

2. Al amigo se le regala barato. Y a los seres queridos también. Esto significa que, como conozco bien a las personas que más me importan, sé perfectamente cuáles son sus gustos y que muchas veces con un detalle pequeño les puedo demostrar mi cariño y cuánto me importan.

3. ¿Quiero o tengo? Si deseas llegar a enero con una cuesta más “parejita” (menos inclinada) resulta fundamental que sepas diferenciar entre “tengo” que regalar y “quiero” regalar. Son dos premisas totalmente distintas. Aquí cabe perfectamente el tan trillado consejo de “haz una bendita lista” en donde califiques en dos columnas los quiero vs. los tengo. Si analizas bien te darás cuenta de que muchos regalos son más bien impuestos por convenciones sociales y que no pasará cosa alguna si borras de tu lista a ciertas personas.

4. Santa y los Reyes. Parte fundamental de la educación a la prole es que sepan lo que significa la escasez. No en un tono de desgracia sino más bien desde el punto de vista de que ni siquiera los ricos lo pueden tener todo, muchos menos los que pertenecemos al perraje. Acompaña a tus hijos en el proceso de la carta e indúcelos a que se acoplen a tu capacidad real de gasto.

5. Festejos. Cientos y miles de pesos se van en las francachelas del Guadalupe – Reyes. Si tu bolsillo lo permite, ¡adelante! pero lo más seguro es que debas de elegir en función de lo que no te ahorque y menos te endeude.

No olvides que todos los años llega puntualmente el mes de enero, así que no tienes pretexto de que te agarre “con los dedos en la puerta”.

Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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