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En la espiral descendiente

¿En qué momento llegamos hasta esto? ¿Acaso fui un buen padre? ¿Cómo es que no puedo ayudar a mi hijo? Son las interrogantes con las que se aflige David Sheff al ver que, sin importar su cercanía, nada resulta favorable para socorrer a Nic, su primogénito que es un adicto a las drogas y sigue […]

¿En qué momento llegamos hasta esto? ¿Acaso fui un buen padre? ¿Cómo es que no puedo ayudar a mi hijo?

Son las interrogantes con las que se aflige David Sheff al ver que, sin importar su cercanía, nada resulta favorable para socorrer a Nic, su primogénito que es un adicto a las drogas y sigue recayendo una y otra vez en los estupefacientes.

En lugar de aturdir o sofocar con una visión estridente como la ofrecida por Darren Aronofsky en Requiem por un sueño (2000), la película Beautiful boy: siempre serás mi hijo (2018) tiene una mirada de preocupación y real entendimiento desde la perspectiva familiar y el individuo que padece la adicción.

El drama está inspirado en el libro Beautiful Boy: A Father’s Journey Through His Son’s Addiction, del periodista David Sheff, quien el 6 de febrero del 2005 publicó en The New York Times Magazine la crónica “Mi hijo adicto”, en la que describe su dolor, el de la familia y las recaídas de Nic.

Para exorcizar estos pensamientos, David escribía en las noches de insomnio su día a día de lo que pasaba con su hijo, su idea nunca fue publicar ese escrito, pero después de hablar con Nic y darse cuenta que él también estaba haciendo el mismo ejercicio, compartieron los manuscritos y decidieron lanzarlos a las imprentas.

Tweak: Growing Up on Methamphetamines es el memorial de Nic Sheff en el que también se basó la cinta del director Felix Van Groeningen, el guión fue co-escrito por Luke Davies, quien también atravesó su propio infierno al dejar de ser heroinómano, por lo que supo cómo balancear ambas opiniones de padre e hijo.

Aunque la película es un viaje duro hacia la medula de un tema que causa escozor, este logra apenas tocar las fibras sensibles de modos sutiles, en veces pareciendo un discurso comercial en pro del combate a las adicciones disfrazado de filme.

Lo que salva por completo a la producción son las actuaciones principales, las cuales recaen en Steve Carell como David y Timothée Chalamet encarnando a Nic Sheff, quienes se confrontan constantemente por la negación del adolescente a su realidad ya que cree que puede curar su abuso sin ayuda de nadie.

Certeramente, el largometraje utiliza la música como hilo conductor entre épocas, —la niñez de Nic sucede en los 90— momentos de catarsis personal y situaciones de pesadez por influjo de los enervantes.

La película Beautiful boy: siempre serás mi hijo ofrece un panorama sin filtros, que más que aleccionar, deja que el rumbo de la vida siga, incluso al borde de la muerte, en esa espiral descendiente que arrastra no sólo al consumidor de narcóticos, sino a toda su familia.

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