Es lo que hay

Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
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Si alguien necesitaba confirmar sus sospechas de que hoy se gobierna con ideología por encima de la realidad, la respuesta una vez más fue contundente: “Si hay una quiebra de una empresa, pues que sea el empresario el que asuma la responsabilidad, o los socios, o los accionistas, porque el Estado tiene que proteger a todos y no actuar otorgando privilegios a nadie”, así lo dijo el presidente de la República el pasado jueves 7 de mayo.

Desde mi perspectiva le faltó decir lo más importante: “que si quiebran las empresas se perderán millones y millones de empleos”. Y así, en apenas unos segundos las casi 70 propuestas de empresarios, analistas, congresistas y organizaciones que nada tenían que ver con privilegios, ni prebendas, se fueron al cesto de la basura.

Por eso retomo lo dicho por Luis Carlos Ugalde en un foro organizado por la Coparmex. “El presidente tiene una agenda política, una agenda social de exclusión del otro (…) Eso no cambiará a pesar de que haya una fuerte caída en la economía”.

Ugalde destacó que los organismos empresariales deben mantener una relación cordial con el Ejecutivo federal; fortalecer su agenda con el Congreso de la Unión, los congresos locales y con los gobernadores. Enfatizó la urgente necesidad de cambiar la narrativa frente a la advertencia de que serán señalados como culpables cuando la crisis económica se agrave; además de poner en el centro la creación del trabajo y la defensa de los mismos, generando oportunidades con un piso parejo.

Esta realidad nos obliga a romper la inercia, el confort y la narrativa tradicional. Nos demanda a construir puentes y agendas comunes. La pandemia logró unificar liderazgos empresariales y una cohesión más firme del bloque opositor en el Senado. Para por un lado, construir con las autoridades federales, pero por el otro, hacer valer las voces de quienes pensamos y enfrentamos la realidad con otros datos y propuestas.

La reconversión es obligada para todas y todos bajo el principio de inclusión, y exige de nosotros una voluntad y esfuerzos extraordinarios, solo así lograremos la reconversión tan anhelada y urgente de un andamiaje obsoleto, y entonces habrá valido la pena.

México es un país con grandeza y extraordinario talento. Son tiempos de defender nuestra democracia, instituciones y libertades. Habrá quien afirme que es una utopía, pero “es lo que hay”, y yo prefiero luchar por esa utopía que ser espectadora de la destrucción, o una indigna crítica en una mesa de café sin compromiso alguno.

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