FideicomiSOS
Llegamos al Senado y no pudimos entrar. Los accesos bloqueados, mientras un centenar de gente se agrupaba en la calle. Nuestro grupo parlamentario se había citado muy temprano para hacer los acuerdos de la agenda del día: fideicomisos. A decir verdad, nunca me había “colado” para llegar a mi trabajo, pero esta vez ameritaba pasar […]
Indira KempisLlegamos al Senado y no pudimos entrar. Los accesos bloqueados, mientras un centenar de gente se agrupaba en la calle. Nuestro grupo parlamentario se había citado muy temprano para hacer los acuerdos de la agenda del día: fideicomisos. A decir verdad, nunca me había “colado” para llegar a mi trabajo, pero esta vez ameritaba pasar
¿Qué es lo qué pasó ese día? Prefirieron cancelar la sesión ante las demandas y exigencias de la gente. No había pasado antes. Normalmente, en el Senado se da espacio para el diálogo, sin embargo, mientras unos pretendíamos abrirlo, otros se fueron.
El Senado es el lugar en donde se hacen las leyes para todos. Es derecho de la gente incidir en nuestras decisiones porque somos quienes, los y las representamos (hayan votado por nosotros o no). Sí duele la indolencia de decisiones arbitrarias desde el Gobierno federal, también duele, frustra y enoja, que las y los legisladores no sean capaces de al menos escucharles.
Por eso, fue muy importante quedarse ese martes junto a ellos y ellas. Que en este país cuya democracia es emergente, no se sobreentienda que todo está “escrito en piedra”. Entre ese martes caótico y el miércoles -en el que tampoco quisieron discutir la permanencia o no de estos fideicomisos que son para quienes hacen ciencia, tecnología, arte, cine, deporte de alto rendimiento, etc.- senadores y senadoras del bloque de contención nos reunimos para escuchar su lucha legítima.
La última reunión en la que estuve fue con atletas paraolímpicos que gracias al Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento reciben apoyos por ser medallistas olímpicos, que no es cosa menor, “¿han visto a un millonario ganar medallas? No. La gran mayoría de los atletas somos de clase media o venimos desde abajo”, afirmó uno de ellos.
Escuchar tantas historias de víctimas, periodistas, actrices, cineastas, investigadores, defensores de derechos humanos, no puede hacer otra cosa, que hacer nuestros sus argumentos. Sí, claro, el presidente nos llamará corruptos, pero sin denuncias, ahora sí, que “le quede el saco a quien se lo ponga”.
Como no es mi caso ni el de estas personas, estando en el entendido que el dinero público es público y no es de nadie o en todo caso es de quienes pagan impuestos, habrá que defender el derecho a tener certeza sobre el destino de esos recursos, sobre su institucionalidad y el futuro de un país que necesita de más ciencia, arte, cultura, cuidado medioambiental, para ser competitivo y garantizarnos calidad de vida.
Por eso, si es que debatiremos esto en el Senado la próxima semana, llevaremos con nosotros en cada uno de nuestros votos algo más que números: las historias de las y los beneficiarios de los fideicomisos y una exigencia clara de que debe haber denuncias si es que existen malos manejos o corrupción.
Con el dinero de la gente no se juega. Menos con sus dolores, al menos en estos días, ésta es la lección que nos dieron quienes con su tiempo y su dinero fueron a protestar al Senado de la República por sus #FideicomiSOS.