La ocurrencia que tuvo ayer Gustavo Madero seguramente pasará a la historia como una de las más extrañas ideas que se le hayan ocurrido a cualquier político mexicano.
Y es que esa pretensión de Madero de retirarse del escenario público en la cúspide de su carrera y en medio de los miles de aplausos, como lo hizo Greta Garbo en 1941, sería prácticamente imposible que se pudiera recrear en el caso del presidente Madero.
En primer lugar porque Gustavo Madero no tiene los atributos, ni la popularidad, que tenía Greta Garbo a los 36 años, sino todo lo contrario.
Y en segundo, porque para que el presidente del PAN se pueda retirar en medio de apoteósicos aplausos, primero se requiere que exista la multitudque quiera aplaudirle.
Vendedores de espejitos
Seguramente a estas horas el priista Enrique Agüera ya habrá caído en cuenta que la costosa asesoría que recibió de un grupo de supuestos expertos en mercadotecnia política, no sirvió absolutamente para nada.
Nos reportan que en el costosísimo grupo de “mentes brillantes” se encuentran Xavier Domínguez, Yago de Marta, Juan Carlos Limón y Alejandro Rodríguez, por si algún otro candidato los quiere contratar.
Lo peor del caso es que cuando ocurre el fracaso, en lugar de devolver lo cobrado, se ponen a decir por Twitter que el candidato nunca les hizo caso y que por eso perdieron.
O bien se dedican a construir historias como la que construyó Luis Costa Bonino al decir que Andrés Manuel López Obrador es un “luchador social”, pero que no es un político, y que además le teme al poder, porque en el fondo nunca ha querido ser presidente.
¿Hasta cuándo aprenderán los políticos mexicanos a dejarse llevar por el brillo de los espejos de la Malinche?
Sí, señor presidente
El consejo mexicano que preside el empresario Claudio X. González y que agrupa a un selecto grupo de empresarios millonarios, ya entendió por qué la comida a la que los convocaron ayer fue en Palacio Nacional, y no en la residencia oficial de Los Pinos.
Y es que la decisión para que esa comida se realizara en Palacio, fue para disipar cualquier duda o mal entendido de que el encuentro sería con el amigo Enrique, y no con el señor presidente.