El que recomendó que el presidente Peña Nieto recibiera a los familiares de los desaparecidos en Los Pinos, tendrá que explicar por qué los visitantes trataron de hacer rehén al Ejecutivo.
Y es que los familiares le exigieron al presidente la locura de que se comprometiera por escrito a entregar vivos a los normalistas, o en caso contrario no dejarían Los Pinos.
Por otra parte, el gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, abandonó la residencia oficial de Los Pinos mucho antes de que salieran los familiares de los desaparecidos.
Según el gobernador Ortega los desaparecidos podrían estar secuestrados, por lo que se ofreció como rehén a cambio de los muchachos.
¿Cómo sabe el gobernador que los muchachos podrían estar secuestrados, si nadie ha reivindicado el secuestro?
Ofensiva contra el Ejército
Curiosamente la hipótesis del secuestro que plantea el gobernador Ortega también empata con la que sostiene el EPR.
Solo que el EPR sostiene que los “misteriosos civiles a los que supuestamente les fueron entregados los normalistas, son militares en una misión contrainsurgente de paramilitarismo, para fabricar el crimen perfecto endosado a los delincuentes”.
Calderón también mete su cuchara
Y para acabar de enturbiar el agua apareció ayer Felipe Calderón.
Como si fuera vocero de Genaro García Luna, el michoacano dijo que “es vital para el país que haya policías confiables, ministerios públicos confiables, y jueces confiables”.
En todo caso habría que preguntarle a Calderón ¿por qué razón su policía fue la peor que ha habido en muchos sexenios?
¿O ya se nos olvidaron las balaceras entre policías federales, no en Iguala, Guerrero, sino en el mismísimo Aeropuerto de la Ciudad de México?
Acusan a Aguirre
Para acabar de empeorar las cosas, el exgobernador Ángel Aguirre fue acusado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, de haber dejado ir al exalcalde de Iguala, José Luis Abarca.
Miguel Ángel Osorio Chong declaró que le pidió al exgobernador que cuidara que no se fuera ir José Luis Abarca y que le pusiera doble vigilancia, pero que el gobernador no hizo nada.
Y por lo visto la Policía Federal tampoco.
Si eso se añade la declaración de Sidronio Casarrubias, jefe de los Guerreros Unidos, que el gobernador era amante de la esposa de José Luis Abarca, la cosa se pone peor.