A veces el amor no es suficiente, a veces nada más no existe eso que se siente al estar enamorado, no hay mariposas revoloteando por el estómago ni nada por el estilo, sólo se sigue la inercia de la vida creyendo que el amor puede llegar, pero simplemente no esta ahí.
Internet. Noticias. Ocio. Trabajo. Ocupaciones. Nos convertimos en la generación de la acumulación virtual, esa que no está ahí en un estado físico, pero sí se almacena en forma de selfie, Whatsapp y Facebook.
Nos atiborramos de deberes innecesarios cuando en el fondo seguimos vacíos sin poder responder la pregunta última: ¿qué queremos hacer de nuestras vidas?
A veces el diálogo interior llega sin más remedio, ya que la interactividad o intercomunicación con otras personas no nos llena de manera espiritual, pero al enfrentarnos y estar en nosotros también se vuelve un ejercicio de constante batalla ulterior.
¿Cómo escapar de uno mismo, cómo exiliarnos de nuestra propia mente?
Con el paso de los años, he discutido en distintos foros y con diferentes personas un tema que parece ser tabú entre la sociedad: El cine sólo es cine, mero entretenimiento y no tiene nada que instruir a la humanidad.
Aquí lanzo la pregunta ¿entonces el cine puede dejarnos algo, puede educar u ofrecer enseñanza para el alma, tal cual lo hace un libro? Estoy convencido de que sí.
El cine sólo es un espejo de la realidad, entonces además de entretener puede hacer que nos enfrentemos a nosotros mismos en la ficción.
En 2005 Gore Verbinski –director de la trilogía “Los piratas del caribe” 2003-2007– estrenó la cinta “The Weather man”, en la que un perturbado Nicolas Cage interpreta a David Spritz, un meteorólogo de televisión que se cuestiona la atmósfera de su comodidad en el momento que su esposa le pide el divorcio.
Este ejercicio resultó en la corta recaudación de 19 millones de dólares (MDD) en taquilla, ni siquiera logrando recuperar su inversión de 22 MDD.
El año pasado Jean-Marc Vallée desempolvó un guión de Bryan Sipe que se encontraba en la “lista negra” de Hollywood desde el 2007, esta lista es llamada así no porque esté prohibida, sino porque son los guiones más aplaudidos en la industria que no han logrado hacerse en pantalla grande.
Davis hace trizas su entorno, destornilla lámparas, rompe muros, desbarata máquinas de cappuccino de dos mil dólares, pero esto sólo es una metáfora de su dolor interior, él se está cayendo a pedazos internamente, sin lograr canalizar el duelo de su recién difunta esposa.
Así es como “Demolition” apunta hacia las mismas encrucijadas que nos hemos cuestionado anteriormente, ¿cómo querer a un amor no correspondido? ¿Acaso puedo escapar de mí mismo?
¿El hecho de que estemos hablando es igual a estarnos comunicando?
Hace años una amiga me dijo que alguien le marcó a su teléfono, era un hombre desesperado que simplemente empezó a hablar de sus problemas y ella escuchó al ser anónimo, tal vez la persona se había equivocado al marcar el número, pero en ese instante hubo una conexión humana, más allá de la moral, lo correcto o lo considerado normal.
¿Acaso tenemos que destruirnos hasta hacernos pedazos para tener tranquilidad y ser felices?