Invertir nuestro dinero llega a ser una tarea compleja a la hora de decidir en dónde será la mejor opción. Hoy existen decenas, si no es que cientos, de posibilidades y eso complica la decisión aún más, por lo que siempre será recomendable la asesoría de gente profesional, capacitada y sobre todo con una ética a prueba de balas.
Sin embargo, podemos partir de conceptos elementales que bien nos pueden ayudar a la hora de tomar la decisión de hacer que nuestro dinero genere más dinero, que es como yo defino una inversión. Me refiero a los excedentes.
¿Qué sucedería en este momento (y en cualquiera otro) si tomo el dinero de la próxima colegiatura de mis hijos para invertirlo? Parece algo absurdo, pero en la vida real suceden cosas parecidas. Por eso es indispensable que entendamos perfectamente lo que significa la palabra excedente.
Literalmente se refiere al dinero que me sobra y no me hace falta para pagar ni la escuela, ni la despensa ni la hipoteca, es decir que, si no contara con ese recurso en este momento, mi vida financiera no se alteraría en lo más mínimo.
A algunos nos tocó vivir en carne propia la crisis mexicana de los ochenta y en particular el negro lunes 19 de octubre de 1987, día en que sobrevino un terrible crac bursátil.
Todo se fue gestando poco a poco. La “bolsa” era para todos, supieran o no, entendieran o no, y así resultó que había gente “invirtiendo” el dinero que requeriría en los siguientes días y peor aún, hubo quien se endeudó al por mayor con la idea de convertirse en millonario de la noche a la mañana.
El globo se infló, se infló y se infló hasta que un diminuto alfiler le propinó certera puñalada al falso mundo de las ilusiones de la generación espontánea de la riqueza. ¿Resultado? Individuos que tenían que recuperar aunque fuera algunos centavos para pagar la leche de los niños por lo que remataban sus grandes inversiones.
¿Qué ocurrió con quienes respetaron la regla de los excedentes? Muy sencillo, se esperaron varios meses y en algunos casos dos o tres años y además de que recuperaron lo que habían invertido, tuvieron ganancias.
Por eso es crucial que conozcas y apliques esta primera regla de oro de las inversiones para que no te “agarren con los dedos en la puerta” a la hora de comprar instrumentos financieros que hagan crecer tu dinero. Todos queremos ganar mucho dinero, pero debemos hacerlo, no lo olvides, con lo que nos sobra.
Recuerda: “no es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.