A diferencia de lo que solía suceder cada 1 de septiembre durante los sexenios de Vicente Fox y de Felipe Calderón, el comportamiento de los legisladores de oposición fue políticamente correcto en la ceremonia de entrega del Segundo Informe de gobierno.
El nuevo presidente de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles, y el de la cámara de Senadores, Miguel Barbosa, a pesar de ser perredistas, recibieron de manera muy respetuosa el Segundo Informe del presidente Enrique Peña Nieto de manos del secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
La diferencia con el pasado se explica, según Osorio Chong, a que la “relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo está definida por el diálogo, la eficacia y la construcción de acuerdos”.
Haiga sido como haiga sido, ni modo de decirle a Osorio Chong que no es cierto, aunque para Felipe Calderón los acuerdos hayan salido demasiado caros.
Lo que falló
A pesar de los logros alcanzados en los primeros dos años de este sexenio, es cierto que las encuestas reportan que el índice de aprobación presidencial es más bajo respecto al que tenían sus predecesores.
¿Cómo es posible que si la economía en los dos primeros años de Fox creció mucho menos, el porcentaje de aprobación fuera más alto que el obtenido por Peña Nieto?
¿Por qué Felipe Calderón tenía un porcentaje de aprobación más alto si lo único que sobresalía en sus dos primeros años era que cada día aumentaban el número de muertes violentas?
Probablemente la respuesta está en que la reforma fiscal irritó en forma muy importante a grandes capas de la población.
Y por otra parte, que los estrategas de la mercadotecnia política del gobierno no están haciendo lo que deben hacer.
Impunidad y corrupción
Mientras que los videos de los testimoniales que incriminan al gobernador Eduardo Bours, y a su secretario técnico Carlos Lam, en el incendio de la bodega contigua a la guardería ABC despertó el interés de los medios nacionales e internacionales, tal parece que la Procuraduría General de la República está optando por seguir la política del avestruz al guardar silencio, mientras “se apaga la nota”.
No se debieran desdeñar así como así los testimonios rendidos por estas personas, toda vez que han sido suficientes para que todo el mundo presuma razonablemente que al menos hay indicios de un acto criminal intencional, que provocó la muerte de 49 niños inocentes.
Con su silencio, los funcionarios de la PGR le están gritando al mundo que en México sigue prevaleciendo la corrupción y la impunidad.
