Finalmente reinician las clases. Claro, son a distancia para evitar el riesgo de contagio de la aún vigente pandemia del siglo XXI; eso me parece correcto. Las autoridades y las instituciones educativas han tenido meses de intenso trabajo preparando esta nueva modalidad académica.
Hemos platicado de la crisis económica que estamos viviendo y que para algunas personas es verdaderamente crítica al enfrentarse a la pérdida del empleo, a la reducción del salario, o de plano al cierre parcial o total de su negocio. Sin embargo, como dice la sabiduría popular: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
En estas últimas semanas he constatado que miles de personas han surtido la “lista escolar”, con la diferencia de que dicha lista no incluye lápices ni gomas, ni juegos de geometría sino pantallas gigantes, tabletas, computadoras personales, teléfonos inteligentes y toda clase de artefactos tecnológicos con el pretexto de que sus muchachitos disfruten más la enseñanza confinada.
Por supuesto que, para los fabricantes de tan sofisticados productos, así como para los almacenes y tiendas en línea que los venden, incluyendo claramente a las instituciones financieras que otorgan cariñosamente ¡trescientos meses! sin intereses para pagar, no existe crisis económica, todo lo contrario, se están relamiendo los bigotes con cifras extraordinarias de venta.
Otra de las frases que utilizamos en Saber Gastar® es: “Si te sobra la lana, haz lo que se te pegue la gana”, y justo en este momento en que debemos tener mesura nos ponemos a gastar como si se fueran a terminar los productos de Línea Negra (nombre que se le da a todos los artículos de electrónica).
Efectivamente son mayoría las personas que siguen contando con un ingreso más o menos estable, pero no debemos olvidar que esta adversa situación económica no se va a resolver pronto y, es más, sin ser catastrofista, es muy probable que se intensifique en los próximos meses. Lo que es un hecho es que en lo que resta de este sexenio no se va a recuperar tan abrupta caída de los parámetros financieros nacionales.
Por esa razón hago un llamado a la cordura previsional de todas las personas para que administren sus recursos que, de sobra está decirlo, siempre son limitados.
No se trata de ser “agarrados con la lana”; el chiste de toda salud económica es gastar con base en un presupuesto y siempre generar reservas que puedan hacer frente a las contingencias propias de la vida.
Recuerda: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.