Ya empezó la polémica de la que ayer le adelantábamos en esta columna. Los senadores del PAN y del PRD ya dijeron que no aprobarán la reducción del impuesto a las bebidas carbonatadas y saborizadas. Esta medida que fue avalada la madrugada del martes por los diputados ya tiene grupos detractores. Y sería normal que los padres de familia de las distintas organizaciones del País estén en contra, sería normal que las asociaciones de nutriólogos y todo aquel preocupado por la alimentación de los mexicanos estuviera en contra. Lo que llama la atención es que ahora están en contra senadores de los mismos partidos que lo aprobaron. ¿Cómo es que eso pasa? La respuesta puede tomar muchos años en llegar. Tómese un refresco por mientras.
Los códigos de moda
Primero fue en la Cámara de Diputados: un código de comportamiento. Ese reglamento nació por la necesidad de que no se vendiera alcohol en todo el Palacio Legislativo de San Lázaro y así evitar los desfiguros en las sesiones maratónicas como las de presupuesto o en las que se decide la integración de las comisiones. Una semanas después la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se une a esta nueva moda de poner orden al comportamiento de los legisladores. ¿Qué es lo que llama la atención? Pues que quienes son los representantes del pueblo y hacedores de las leyes necesiten de una norma que los obligue a comportarse bien.
¿Retroceso o avance?
Pues resulta que después de más de un siglo y medio de ser un municipio histórico, Ayutla de los Libres, en donde se firmó el Plan de Ayutla y en donde se iniciaron las autodefensas en Guerrero, será ahora gobernado por usos y costumbres. Atrás quedará la aplicación de las leyes municipales y ahora será un órgano integrado por indígenas el que tomará las decisiones sobre una población en su mayoría no indígena y con ancestrales costumbres apegadas a las leyes de un municipio. El cambio no será fácil. Muchos ciudadanos están preocupados porque vaya a representar un retroceso en la aplicación de la ley.