Las lecciones del 88

Cuando en 1988, Carlos Salinas de Gortari se enfrentó con el cuestionamiento de su legitimidad como presidente electo, no vaciló.

Entendió que una cosa era la campaña presidencial y otra muy diferente la distensión de las denuncias de la caída del sistema, el presunto robo de la elección y la final legitimación.

Por eso Salinas decidió que el equipo de campaña, el que tenía en punta a Luis Donaldo Colosio, Patricio Chirinos y José Córdoba Montoya, se hiciera a un lado.

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Cuando en 1988, Carlos Salinas de Gortari se enfrentó con el cuestionamiento de su legitimidad como presidente electo, no vaciló.

Entendió que una cosa era la campaña presidencial y otra muy diferente la distensión de las denuncias de la caída del sistema, el presunto robo de la elección y la final legitimación.

Por eso Salinas decidió que el equipo de campaña, el que tenía en punta a Luis Donaldo Colosio, Patricio Chirinos y José Córdoba Montoya, se hiciera a un lado.

Sabía que no podía poner a los que eran señalados –justa o injustamente– como “autores del fraude” a negociar con Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier o Rosario Ibarra, quienes se habían unido para reclamar la anulación de los comicios.

Fue entonces cuando entraron en acción dos líneas de negociación. La institucional, con Fernando Gutiérrez Barrios, y la conciliadora, con Manuel Camacho, quien venía acompañado de Marcelo Ebrard y Juan Enríquez.

Y fue gracias al cambio de jugada en los equipos negociadores que se logró sacar adelante la entrada de Salinas, sin conflicto mayor, a Los Pinos.

Viene el cuento a colación porque sobran los que se preguntan quiénes son los conciliadores dentro del equipo de Enrique Peña Nieto.

Ya se sabe que Luis Videgaray, Pedro Joaquín Coldwell, Miguel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam fueron las piezas clave de la estrategia electoral, hoy protestada.

Pero, ¿alguien está tendiendo puentes con Andrés Manuel López Obrador o con la dirigencia perredista? ¿Alguien de elevado rango y capacidad entre los priistas está sentado a la mesa con Gustavo Madero?

Si los llamados Cuatro Fantásticos del equipo peñista son los que le sacaron adelante la elección que se impugna, ¿pueden ser ellos mismos los que ayuden a distender el enrarecido ambiente político para alcanzar acuerdos?

Empatan el marcador

Por lo pronto, los priistas no se quedaron con los brazos cruzados en el asunto de las denuncias por excesos en los gastos de campaña, y se le fueron a la yugular a López Obrador.

Montaron un expediente para exigir al IFE que se investigue a Honestidad Valiente, la asociación civil que recolectó fondos para la campaña del Movimiento Progresista.

Lo que buscan los tricolores es dar el mensaje de que si de allá pa’cá dicen que hay fraude, de aquí pa’llá también se puede denunciar lo mismo.

Y bajo esa acusación, se verá que no solo correrán los tiempos, sino que el IFE y el Trife terminarán saliendo a rendir cuentas sobre los priistas de Monex y los progresistas de Honestidad Valiente.

Algo así como cuando brincó el Pemexgate, que terminó en la nada cuando sacaron a flote el espinoso caso de los Amigos de Fox. Quid pro quo.

Nadie responde en PEMEX

Mudos se quedaron en Petróleos Mexicanos ante la denuncia de que la paraestatal trae una merma de 70 mil barriles de crudo diarios.

Nadie sabe, nadie supo por qué, de la noche a la mañana y a partir de enero, la cifra se duplicó, sin saber quién o quiénes se quedaron con los más de mil millones de dólares que están de por medio.

Bien haría Juan José Suárez Coppel en rendir un parte de guerra, porque desde el Congreso ya se amenaza con que lo van a mandar llamar a cuentas. 

Nomás para que se den una idea, el valor del petróleo perdedizo –en solo seis meses– equivale a subir un punto al IVA.

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