¿Cuál es la posibilidad de que dos prominentes políticos que manejan mucho dinero, de dos estados diferentes, salgan a comprar tierras en Texas y terminen contratando al mismo abogado para legalizar sus operaciones?
La pregunta no aguanta un análisis. Muy pocas. Por eso brinca que sea el abogado estadounidense Alvaro Briseño el que lleve los negocios de la familia del perseguido ex tesorero de Coahuila y también los de la familia del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina.
Sería bueno que así como están investigando el origen de los recursos del coahuilense Javier Villarreal, también le metieran lupa a los negocios texanos de los Medina.
No vaya a ser que el abogado no solo sea un recomendado, sino un eslabón perdido que opere bajo un mismo esquema para otros mexicanos que andan buscando esconder sus dineros.
La manipulación de los josefinos
El senador panista Ricardo García Cervantes se mostró incómodo frente al “spot negro” que el PAN le está recetando a Andrés Manuel López Obrador.
Y no es para menos, pues modificar una frase, sacarla de contexto, para hacer creer lo que no es, se llama manipulación. Y eso es lo que hicieron los mercadotecnistas de Josefina Vázquez Mota.
Los asesores de la candidata panista fabricaron un spot en el que pretenden hacer creer a los electores que López Obrador ve en “la vía armada una posibilidad para lograr la transformación de los pueblos”.
Lo que nunca dijeron es que la frase completa del candidato de Morena es: “No despreciamos a quienes piensan que es la vía armada una posibilidad para lograr la transformación; nosotros sostenemos que vamos a luchar siempre por la vía pacífica y por la vía electoral”. Es algo muy distinto.
Bien haría el IFE, en aras de enfriar la guerra sucia, en frenar el spot y sancionar a los manipuladores.
Más sensato es lo que el propio senador panista García Cervantes recomienda sobre la urgencia de que el PAN aproveche mejor los espacios en radio y TV para difundir las razones por las cuales debe merecer la confianza de los ciudadanos.
En tierra caliente
Enrique Peña Nieto intentó no subir a sus templetes a los personajes oscuros de su partido, ni tomarse fotos con ellos.
Así ha evitado el contacto con Mario Marín, en Puebla; Ulises Ruiz, en Oaxaca y Roberto Madrazo, en Tabasco.
Por eso, en su primera visita a Tamaulipas, el estado que evitó durante los casi dos meses de campaña, hizo lo mismo.
En este enclave petrolero por excelencia, no estuvo el líder del sindicato, el candidato a senador Carlos Romero Deschamps.
Sin embargo, el líder del sindicato petrolero hizo sentir su presencia llenando el Centro de Convenciones de Tampico con los integrantes de la Sección Uno del STPRM. Como diciendo: “no estoy, pero mírame”.
Y si bien, por obvias razones, no se vio por ahí ni a Tomás Yarrington, ni a Eugenio Hernández, el otro ex cuestionado, Manuel Cavazos Lerma, se hizo presente en los actos del candidato presidencial del PRI.
Con sombrero tejano y una sonrisa de “no me importa”, se tomó fotos con todos lo que se dejaron. Pero Cavazos Lerma no contaba con que su tranquilidad sería opacada con un sobrio saludo del candidato.
Lo que sí fue evidente es que a pesar de que se buscó la discreción en torno a la seguridad del candidato, hubo momentos en que no se pudo.
Arcos de metal, policías federales, militares, helicópteros sobrevolando el sitio del evento y otros detallitos evidenciaron el fuerte dispositivo de seguridad. Y no era para menos, porque prevalecía el temor de que en la tierra del Cártel del Golfo y de Los Zetas pudiera pasar algo imprevisto.
