Mariana, Mariana

Un autor tan prolífico como José Emilio Pacheco, fallecido el domingo pasado en la Ciudad de México a la edad de 74 años, guarda muchas vías para acercarse a su trabajo, a sus ideas.

Podríamos mencionar decenas de frutos de su pluma, que van desde la poesía, el ensayo, la traducción, la novela, el cuento y obras de teatro, hasta la investigación histórica, literaria, la traducción e incluso el periodismo.

Juan Carlos Altamirano Juan Carlos Altamirano Publicado el
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Un autor tan prolífico como José Emilio Pacheco, fallecido el domingo pasado en la Ciudad de México a la edad de 74 años, guarda muchas vías para acercarse a su trabajo, a sus ideas.

Podríamos mencionar decenas de frutos de su pluma, que van desde la poesía, el ensayo, la traducción, la novela, el cuento y obras de teatro, hasta la investigación histórica, literaria, la traducción e incluso el periodismo.

Un sello característico de la narrativa del creador del emblemático poema “Alta traición”, es la obsesión por el mundo infantil –la verdadera patria diría Rilke– y en ese camino, encontramos una pieza fundamental en la labor de Pacheco, y que puede ser la puerta de entrada para entenderlo mejor.

“Las batallas en el desierto”, novela publicada en 1981, es una historia que se desarrolla en la Ciudad de México a finales de los años 40. Narrada en retrospectiva (flashback) y en primera persona, cuenta las memorias de Carlos, un niño que vivió en la colonia Roma (donde por cierto nació Pacheco) y describe de forma contundente el contexto político, social y moral de la época.

¿Por qué este relato puede funcionar como un primer acercamiento al quehacer del autor perteneciente a la llamada Generación del Medio Siglo o de los Cincuenta?

Porque tiene un espejo cinematográfico, la cinta se llama “Mariana, Mariana”, una producción mexicana de Héctor López Lechuga, con fotografía de Daniel López, y guión de Vicente Leñero, basado en “Las batallas en el desierto”.

Alberto Issac dirigió a Pedro Armendáriz hijo, Elizabeth Aguilar, Saby Kamalych, Aarón Hernán y Luis Mario Quiroz en los papeles principales.

Quiroz da vida en la pantalla a “Carlitos”, niño perteneciente a una familia de la clase media alemanista, que se enamora de la mamá de un amigo, Mariana, interpretada por la bella Elizabeth Aguilar. El relato lo hace el mismo Carlos, ya como adulto, representado por Armendáriz, atormentado por los recuerdos de un México que se fue, igual que su amor platónico de la niñez.

Cuando la película se estrenó en 1987 no fue bien recibida por los asistentes a las salas, pues recordemos que se vivía el auge del llamado “cine de ficheras”; el prestigio de la producción y del elenco fue menoscabado.

Sin embargo, a 27 años de su aparición, podemos asegurar que “Mariana, Mariana”, es uno de los pocos trabajos audiovisuales que retrata y rescata profesionalmente parte de la memoria de la capital de la república.

Donde la protagonista principal es la hermosa colonia Roma, de la que las familias “acomodadas” del porfiriato se adueñaron, para transformarse a la “modernidad” del alemanismo, hasta llegar a la caótica urbe que dejó la crisis de Miguel de la Madrid y el terremoto de 1985.

Es entonces cuando la novela de José Emilio Pacheco adquiere una dimensión distinta, porque su trabajo, más allá de revelar nostalgia por el pasado, nos deja un sabor a crítica, un gran amor por la ciudad y el país que lo vio nacer.

Como dice el estribillo de “Las batallas” de Café Tacvba, canción de su album debut de 1992, basada también en la novela del fallecido autor, y de la que el mismo Pacheco aceptó que atrajó a muchos lectores jóvenes a su obra. “Por alto que este el cielo en el mundo por hondo que es el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti”.

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