El ombudsman Luis Raúl González va a la Comisión Permanente del Congreso y desliza la idea de que le dejaron un gran rezago de la administración anterior. Vamos, se hace la víctima. Pero fuentes de la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos nos confirman que los visitadores se quejan de la lentitud con la que se trabaja ahora. Les extrañan las quejas de González porque ellos piden que se apuren las recomendaciones y poco avance hay a sus solicitudes. Para muestra, un botón: si usted revisa la página de la CNDH podrá ver que en lo que va del año no hay una sola recomendación; y enero ya se acaba. La verdad es que los mensajes del ombudsman son, por decir lo menos, confusos.
Cambio de discurso
Ricardo Anaya ya no ve lo duro, sino lo tupido. Lejos quedó el tiempo en que el joven presidente nacional del PAN pregonaba que su bandera sería el combate a la corrupción. Ahora, todas sus energías están enfocadas en sacar a su partido del atolladero en que lo metió Lucero Sánchez, la diputada local de Sinaloa, amiga de “El Chapo” Guzmán, y en prevenir que no le vuelva a pasar, con el proceso electoral encima. Para evitar otra bomba mediática en la mano, Anaya decidió tomar las medidas para no apoyar a algún candidato relacionado con el crimen. En el caso de Tamaulipas, por ejemplo, antes de postular como candidato a gobernador a Francisco García Cabeza de Vaca -de quien se publicó en algunos medios que tenía nexos con la delincuencia organizada-, los albiazules decidieron preguntar antes a la PGR si había alguna investigación en su contra. Como en la PGR les dieron luz verde, ahora el PAN ya podrá lavarse las manos en caso de una eventualidad. ¡Vaya plan!
Negociación cerrada
Para el PRD la negociación para posibles alianzas con el PAN en busca de gubernaturas está terminada. Y aunque se anuncia lo logrado con sonrisa el proceso deja heridas de guerra sangrantes. No se puede echar por tierra la carta-renuncia del líder nacional Agustín Basave, en la que acusó a liderazgos de su partido de trabajar para hacerle el juego al PRI. Y tampoco hay que olvidar que luego ni siquiera renunció. Por eso lo más positivo de que ya se haya terminado la negociación de estas raras alianzas es que los balconeos, grillas y trompadas entre los propios militantes ya no serán públicas. Al menos por un rato.
