“¿Cómo se mantiene una ola sin tocar la arena?”, es la pregunta que lanza Joe a Seligman en “Nynfomanía Vol. II” (2013) al tratar de describir su naturaleza como mujer con un apetito sexual voraz.
Entonces aquí es donde entra la misma pregunta a manera de metáfora para una realidad en México.
¿Cómo un país deja de ser violento si su naturaleza es la violencia? ¿Cómo se detiene el machismo si la educación que se mama de familia es hacer hombres irrespetuosos desde pequeños? ¿Cómo contrarrestar la corrupción del Estado que se blande con este comienzo en su historia?
México vive momentos turbulentos, inestables, de tropiezos políticos, sociales y económicos en la actualidad, más nadie está para atreverse a ser el Juan Escutia en turno y lanzarse envuelto en la bandera tricolor para salvar al país.
Es ante este hastío generalizado, ante la impunidad y la vejación a los derechos civiles, que le toca un certero momento al estreno del documental “Tempestad” (2016) de Tatiana Huezo, a un año de que estuviera en la Gira de Documentales Ambulante y se presentara internacionalmente en la Berlinale.
La realizadora toma las historias de horror de dos mujeres aquejadas por el deficiente sistema de justicia mexicano, experiencias imborrables que marcan al cinéfilo una vez que se mete al entramado creado por Huezo.
Adela es una mujer de carpa, dedicada al arte circense desde que era una jovencita, pero que detrás del maquillaje esconde el dolor irreconciliable de tener una hija secuestrada que las autoridades han dado por desaparecida desde hace 10 años.
En 2010 Miriam es arrestada junto a otros compañeros de aduana en el Aeropuerto Internacional de Cancún, acusándola de tráfico de personas asiáticas en México, apenas empezaba el viacrucis de la mujer que fue a dar hasta un penal de Matamoros que era administrado por el crimen organizado.
Huezo engarza estas historias en “Tempestad”, donde después de 16 horas de entrevista con Adela y Miriam, edita e ilustra de manera subjetiva las historias que retumban en indignación nacional.
La cineasta se vale de la libertad narrativa para contar las historias reales, por lo que en los momentos donde Adela está en el circo son recreados para crear dramatismo, así como el viaje que realizó Miriam desde Matamoros hasta Quintana Roo por autobús una vez que fue absuelta de los cargos.
“Tempestad” es una mirada a la impotencia de no poder hacer valer la ley en este país, es el llanto silenciado de las mujeres azotadas por la violencia, es la muestra de que los vientos de cambio a un mejor porvenir en México están distantes a llegar algún día.
Y aquí sigue lloviendo sobre mojado.