No es nuevo escuchar en esta administración que quieran “comerse” de tres mordidas los fondos que tienen las Administradoras de Fondos para el Retiro, las famosas AFORES.
La cantidad es tan grande que hasta cuesta trabajo leerla: ¡más de cuatro millones de millones de pesos! Ese es el saldo de todas las cuentas individuales de millones de mexicanos que hemos cotizado al Seguro Social del 1° de julio de 1997 a la fecha.
¡Claro, con esta cifra a cualquiera se le hace agua la boca!, literalmente, y no es para menos pues con tanto dinero se podrían llevar a cabo muchos programas sociales. El problema es que esas ayudas a fondo perdido durarían este sexenio y la pregunta obligada es ¿y después qué?
Conociendo aunque sea un poco de historia, no se requiere tener Doctorado, es evidente que los gobiernos son pésimos administradores y para muestra encontraríamos centenas de botones; incluso aquí en México tenemos casos dignos de estudio en maestría de alta dirección de “cómo echar a perder una gran empresa en cuestión de minutos” ¿te suena el nombre PEMEX?
Tristemente quienes proponen tal barbaridad no tienen el conocimiento de cómo operan las inversiones que han hecho crecer el dinero de todos nosotros a un ritmo que prácticamente duplica la inflación en sus casi 23 años de existencia, rendimiento que ningún otro producto ha dado con montos tan pequeños de inversión de manera individual.
Sería bueno que alguien les explicara que los recursos multimillonarios del sistema de ahorro para el retiro se invierten en más del cincuenta por ciento en instrumentos emitidos por el mismo gobierno federal y que, en teoría, se utilizan para la creación de riqueza nacional y no para repartir en cada esquina como “padrino rico en bautizo fifí”.
De verdad hay que encomendarse a toda la corte celestial para que no progrese semejante aberración y que podamos continuar en un mercado de libre competencia en donde las actuales administradoras sigan peleando, en buena lid, por ofrecernos mejores condiciones en cuanto a un cobro de comisión más pequeño, carteras de inversión óptimas y un extraordinario servicio.
Confío plenamente que con la fuerza de la razón y con la adecuada asesoría de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, la CONSAR, que por cierto trabaja muy bien, se les quité la manía de seguir pensando que esta gran bolsa se utilice de manera distinta a la que le dio razón de ser.
¡Que así sea!
Recuerda, “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.