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¡Paga una prenda y llévate setecientas! ¡seiscientas noventa y nueve son totalmente gratis! Anuncios con ofertas como estos se han puesto de moda y nos encontramos desde ropa íntima para mujer, hasta los utensilios más inservibles que podemos imaginar, pasando por calcetas, lámparas, camas y artículos de cocina. Es increíble lo que intenta hacer la […]
Gianco Abundiz¡Paga una prenda y llévate setecientas! ¡seiscientas noventa y nueve son totalmente gratis! Anuncios con ofertas como estos se han puesto de moda y nos encontramos desde ropa íntima para mujer, hasta los utensilios más inservibles que podemos imaginar, pasando por calcetas, lámparas, camas y artículos de cocina.
Es increíble lo que intenta hacer la mercadotecnia, perdón, dije “intenta” y no es correcto pues en realidad lo hace y caemos incautamente. Aquí queda bien un refrán que yo acuñé hace algunos años: “mientras haya tarugos que compren, habrá gandallas que vendan”.
Me pregunto, ¿para qué queremos dos baterías de cocina en una vivienda? ¿será acaso que en un hogar que hace compras por televisión se necesita tener el doble de dichos aditamentos? La respuesta categórica es ¡por supuesto que no! ¿Entonces?
Pues se ha demostrado científicamente, y las grandes marcas lo saben y lo estudian todos los días, que los seres humanos disfrutan el hecho de que les endulcen el oído, aun a sabiendas de que estamos a punto de caer en un absoluto engaño. Nos hacen creer que solo gente tonta dejaría de aprovechar semejantes oportunidades.
Lo que sí hay que reconocer es que son inmensamente creativos al decirnos (y convencernos) de: “últimos días”, “por inventario”, “liquidación”, “adiós a la temporada”, etcétera. Su trabajo es vender y lo logran a la perfección pues su facturación es millonaria. Y qué bueno que les vaya bien, ése no es el tema, sino que nosotros no debemos gastar como si nos sobrara el dinero cayendo en las mentiras de supuestas promociones que no existen.
Hace no mucho tiempo, en una labor de investigación de educación financiera, llamé a uno de estos lugares para preguntar por cierto producto y le dije a la amable señorita que me contestó: “me interesa la lámpara que anuncian, pero solamente quiero una, no tres”. Su vacilante respuesta (se nota que no es frecuente que los pongan contra la pared) fue que no era posible y que ésa era la promoción del día. Trató de convencerme de las bondades de adquirir productos que no necesito.
En otra ocasión platicaré del trabajo de dos premios Nobel de economía en cuanto a la manipulación; por el momento debemos quedarnos con la firme idea de cuidarnos de los anuncios maravillosos que ofrecen las perlas de la virgen pues en realidad no nos dan productos gratis, lo que hacen es vender en forma disfrazada más de lo mismo. Por favor, no te llenes de porquerías que después no sabrás ni dónde poner.
Recuerda, “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.