Prácticamente todas las personas que tenemos o hemos tenido una tarjeta de crédito sabemos de la existencia del pago mínimo

Pago mínimo en créditos

Prácticamente todas las personas que tenemos o hemos tenido una tarjeta de crédito sabemos de la existencia del pago mínimo, aunque no siempre dimensionamos sus funestas consecuencias. Mucha gente me ha consultado a lo largo de los años por qué su deuda, en lugar de bajar, subía, con todo y que no había retraso en […]

Prácticamente todas las personas que tenemos o hemos tenido una tarjeta de crédito sabemos de la existencia del pago mínimo, aunque no siempre dimensionamos sus funestas consecuencias.

Mucha gente me ha consultado a lo largo de los años por qué su deuda, en lugar de bajar, subía, con todo y que no había retraso en los abonos. Hasta hace poco más de una década, este famoso pago mínimo podía ser inferior al monto de los intereses generados en el mes y, como consecuencia, la deuda se convertía en lo que financieramente se conoce como una perpetuidad, es decir, “hasta que la muerte te libere”.

El Banco de México, con su claro mandato de velar por los intereses de la ciudadanía, dispuso a partir de 2009 que los pagos exigidos a los clientes incluyeran aunque fuera una piscacha de capital.

¿Qué significa esto? Cuando adquirimos algún bien o servicio y pagamos con el dinero plástico, el monto de lo comprado es “el capital”, mismo que tenemos casi 50 días para liquidar sin cargos adicionales. Pero si no alcanzamos a pagar todo, al monto de lo originalmente comprado se le suma lo que cobra la institución financiera por el “préstamo”, es decir, los mentados intereses. Con la medida de Banxico, la deuda forzosamente irá bajando cada mes, lo que, por supuesto, significa una mejora substancial para las personas.

Sin embargo, debemos observar un adecuado manejo de nuestras finanzas. La reducción de la deuda puede ser nimia y convertirse en una bola de nieve inmanejable, ya que con el más mínimo tropezón podríamos caer en mora y entonces los intereses correspondientes al retraso de pago harán de las suyas, mandando al cielo en un santiamén el monto de la deuda.

A propósito de lo hasta aquí planteado, se puede concluir fácilmente que el manejo de las tarjetas de crédito requiere de mucha responsabilidad, entendiendo que lo consumido se paga con dinero prestado y que habrá que liquidarlo más tarde o más temprano. Por eso la recomendación fundamental es que, si no puedes ser totalero (pagar el “total” de lo comprado), no efectúes nada más el pago mínimo sino una cantidad extra, aunque sea de un peso. De esta manera reducirás el capital y bajarás los intereses.

Por otro lado, es sumamente importante revisar qué tarjetas tienes, pues hay algunas que cobran intereses tan altos que con el pago mínimo simplemente abonas centavos a capital y te llevarás una eternidad en pagar.

Elige plásticos con costos menores para que tu dinero rinda mucho más.

Recuerda que: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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