¿Persuadir o engañar?

Gianco Abundiz Gianco Abundiz Publicado el
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Hace tiempo desayunaba con un mercadólogo y nos enfrascamos en una discusión sobre la publicidad y sus mentiras. Evidentemente, él defendía a capa y espada su actividad, la cual yo respeto muchísimo, y le explicaba que no tengo aversión a estas disciplinas sino al engaño, es decir, a la falta de escrúpulos de muchos negocios con tal de vender.

Finalmente coincidimos y llegamos a la conclusión de que debería existir una regulación más estricta para evitar la manipulación. Y justo con esta última palabra me vienen a la mente un sinnúmero de ejemplos cotidianos donde queda manifiestamente claro que la condición humana y la ambición con frecuencia caminan a la par.

Un buen ejercicio mercadotécnico debe buscar persuadir a las personas para que su consumo se dirija a tal o cual producto. El problema aparece cuando esa “persuasión” encubre un mensaje que induce al error y que la mayoría no percibimos.

Ahora llegamos al principal problema: que sí te des cuenta de los mentados engaños y no hagas algo para evitar ser engañado. Pretextos hay muchos; incluso no faltan los que dicen “yo risueño y me hacen cosquillas” para solapar su mal comportamiento financiero. Ya he escrito y lo platico en todos los foros en los que tengo la bendición de participar: “si te sobra la lana, haz lo que te pegue la gana”.

Pero la realidad es que a la inmensa mayoría no nos sobra ni nos sobrará el dinero jamás. No olvidemos que es un bien no renovable y que se debe trabajar y generar, crecer e invertir los recursos.

Si hay malas prácticas de engaño comercialmente hablando, trata de descifrarlas para que tengas plena conciencia de tus hábitos; de esta manera lograrás alcanzar metas poco a poco y aprenderás a valorar lo que realmente tiene importancia en el mundo del dinero. Aprende a leer entre líneas y sobre las líneas, es decir, infórmate siempre de lo que están ofreciendo. Hoy es muy fácil investigar a través de todos los medios tecnológicos, así que no repares en tomar el tiempo necesario para siempre comparar, de esta forma reducirá sustancialmente la posibilidad de que “te vean la cara de tarugo”.

Paciencia es una virtud en esta vida ante la gran tarea de crear un patrimonio que permita vivir con la tan citada estabilidad.

Recuerda: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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