Plan “B”
Mucha tinta ha corrido sobre el tema previsional en este poco más de año y medio que lleva la pandemia del malvado coronavirus. Particularmente en mi caso, lo he abordado con denuedo y hoy quiero dedicar estos minutos a establecer una ruta de escape ante contingencias económicas. Así como existen planes bien trazados para actuar […]
Gianco AbundizMucha tinta ha corrido sobre el tema previsional en este poco más de año y medio que lleva la pandemia del malvado coronavirus. Particularmente en mi caso, lo he abordado con denuedo y hoy quiero dedicar estos minutos a establecer una ruta de escape ante contingencias económicas.
Así como existen planes bien trazados para actuar ante desgracias naturales como terremotos y huracanes, debería haber una dependencia gubernamental que se encargue de las desgracias financieras. Sabemos que esto es un sueño guajiro y por lo tanto nos toca a cada persona y a cada familia establecer nuestro “Plan B” para cuando el destino funesto nos alcance en relación con el dinero.
Todos en clase media tenemos tarde o temprano algún tropezón con la cartera, y el tiempo que nos lleve salir adelante dependerá de lo agudo del problema: desde una simple gripa hasta casos como desempleo, quiebra de negocio o, tristemente, enfermedades y accidentes graves.
Tener un fondo de emergencia es fantástico, pero insuficiente. Debemos poner en blanco y negro la mayoría de las posibilidades que pudieran menoscabar nuestro patrimonio, y aunque este fondo nos pueda dar oxígeno puro en momentos de apremio, la realidad es que se puede ir como agua entre los dedos si nos quedamos paralizados ante la problemática.
En situaciones como las mencionadas líneas arriba, y muchas otras que pongan en un predicamento la estabilidad del bolsillo, en todo momento debemos tener de manera expedita una respuesta para que no nos “agarren con los dedos en la puerta”.
En realidad, no es difícil sentarse un par de horas con los miembros de la familia o quienes participen en las decisiones económicas del hogar y poner los puntos sobre las íes de ¿qué hacer en caso de…?
No se nos debe olvidar que el factor sorpresa y el que nos tomen desprevenidos sin duda ocasiona un mayor derrame de bilis y, en muchas ocasiones, ataques de pánico. En cambio, cuando estamos bien pertrechados es mucho más sencillo aguantar los embates de la vida en materia de monedas y billetes.
Por eso recomiendo mucho tener un Plan “B”, uno “C”… y los que hagan falta. Esto no es una vacuna, pero sí un gran remedio para no perder en minutos el patrimonio que hemos tardado años en formar, todo por vivir al “ahí se va”.
A partir de hoy, escribe tus diferentes planes y revísalos frecuentemente. Ojalá no tengas que aplicarlos, pero créeme que sí calman los nervios… y de muy buena forma.
Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.