Para muchos, tarde que temprano fiestecita de los “Dipu-tables” panistas traerá como consecuencia la remoción del coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal.
Y es que si de por sí ya estaban tensas las relaciones entre el presidente del PAN, Gustavo Madero, y Villarreal, ahora se tensaron aún más.
De ahí que Madero escribió en Twitter que “los comportamientos particulares de nuestros militantes no podrán pasar sin consecuencias cuando afecten la imagen y vida de nuestro partido”.
Si la remoción de coordinador se da, entre los candidatos para suplir a Villarreal se podría considerar al diputado Juan Bueno, y a José Antonio González Morfín.
Aunque algunos consideran que Gustavo Madero también podría considerar a sus amigos José Guillermo Anaya y Rodolfo Dorador, aunque también son expertos en el arte del table dance.
El presidente de la guerra
El expresidente Felipe Calderón presentará mañana su libro “Los retos que enfrentamos; los problemas de México y las políticas públicas para enfrentarlos (2006-2012)”.
Como en ocasiones anteriores lo ha hecho, el expresidente dice en el libro que nunca le declaró la guerra al narcotráfico a pesar las más de 70 mil muertes violentas que hubo en su sexenio.
Si este fue el resultado de una guerra que supuestamente no fue declarada, no queremos imaginar cuál hubiera sido el número de muertos si la guerra hubiese sido declarada, como dice Calderón.
Los acuerdos son por mayoría
Los que le quieren atribuir al diputado Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada priista, la entrega de subvenciones extraordinarias a los grupos parlamentarios, se olvidan que desde hace muchos años ya no existe la Gran Comisión.
En su lugar existe una Junta de Coordinación Política que está integrada por los coordinadores de los grupos parlamentarios.
Y que los acuerdos en el seno de esa comisión se toman con el peso específico de cada uno de esos grupos parlamentarios, en el seno de la Junta de Coordinación.
Con la iglesia hemos topado
Habrá que ver cuál es el resultado de la confrontación que está empezando entre los obispos católicos y la Secretaría de Hacienda.
Y es que el obispo de Celaya, monseñor Benjamín Castillo Plascencia, es uno de los que ya se está quejando amargamente de que la Secretaría de Hacienda quiere fiscalizar las limosnas y hacer que una parte de lo que venía siendo de Dios, ahora le sea entregado al César.