Nunca me he dedicado a la investigación, sin embargo, hace algunos años descubrí quién mató al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Tiene nombre y apellido. Ahora bien, hubo muchos factores que dejaron agónico al incipiente Instituto desde su nacimiento el 19 de enero de 1943.
El primero de ellos fue el hecho de que nació como un sistema de “Reparto”, es decir, que se metía todo el dinero cobrado por concepto de cuotas en una sola bolsa sin distinguir si era para aspectos médicos, para pensiones de viudez, para jubilaciones o alguna otra prestación de las varias que se ofrecen con estas coberturas.
De la mano con este sistema de bolsa única calcularon que no tendrían que pagar en gran número pensiones de retiro pues la esperanza de vida de los mexicanos en ese momento era de 48 años ¡sí!, ni siquiera llegaba al medio siglo.
Por otro lado, las cuentas se hicieron con los dedos, o dicho de una manera más elegante fueron aritméticas, lo que significa que nunca consideraron “la probabilidad de ocurrencia de un evento”, frase que define en parte lo que se estudia en la carrera de Actuaría, que por cierto inició cátedra hasta 1945 en nuestro país, por lo que no participaron mis colegas en la construcción de este modelo.
Otro hecho fundamental que debilitó de inicio al ya minado instituto es que (incluso hasta la fecha) las cuotas se cobran en función del salario y nunca toman en cuenta la edad. Aquí cabría hacer una pregunta que requiere tener al menos cinco doctorados en el extranjero para poder contestar: ¿quién necesita mayor atención médica, un joven o un viejo?
El penúltimo clavo en el ataúd se puso cuando una decisión política y no técnica convirtió las prestaciones de Seguridad Social en beneficios familiares cuando en un principio eran simplemente para el trabajador. Increíble, con una sola cuota se podría proteger a más de diez personas.
Y finalmente el tiro de gracias lo dio un británico que en 1928 descubrió la penicilina. Sin embargo, podía generar pequeñas dosis del antibiótico y no fue hasta 1943 en que este grandioso medicamento se pudo sintetizar y producir masivamente gracias a la intervención de otros dos científicos: Chain y Florey.
Eso sí que es mala suerte. En el mismo año que nace el IMSS llega la penicilina a todo el planeta y eleva exponencialmente la esperanza de vida. Por eso sostengo que el asesino del Seguro Social se llamó Alexander Fleming.
Recuerda, “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.