Ante la ola de protestas que estallaron en los últimos días en Sinaloa, el gobernador Mario López Valdez tuvo que dar marcha atrás a su pretensión de silenciar a los medios en materia de seguridad.
Las protestas estallaron porque los diputados del Congreso de Sinaloa, por instrucciones de Malova, aprobaron sin leer y sin chistar, una reforma al artículo 51 bis de la ley Orgánica de la Procuraduría de Justicia que coarta el derecho a la libertad de expresión.
Entre otras aberraciones la ley aprobada establece que “en ningún caso se podrá autorizar a los medios de comunicación el ingreso a los lugares de los hechos, la toma de audio, video o fotografía a las personas involucradas en un evento delictivo, ni el manejo de información relacionada con la seguridad pública o la procuración de justicia”.
Lo más inaudito del caso es que ninguno de los 40 diputados que integran el Congreso Local de Sinaloa votó en contra de la aberrante ley Malova.
Está visto que eso de las alianzas entre el PAN y el PRD para llevar a un expriista al poder, nada más no funcionan. Ahí están Sinaloa y Puebla.
¿Y el acuerdo?
Si como algunos presumen, es cierto que el retiro de Fausto Vallejo fue producto de un inconfesable acuerdo entre el comisionado Alfredo Castillo y el exgobernador para garantizar la libertad de su hijo Rodrigo, da la impresión que al exmandatario no le cumplieron.
Y es que si bien es cierto, que a Rodrigo Vallejo le imputaron la comisión del delito de encubrimiento y no el de delincuencia organizada, también lo es que el juez penal le negó al procesado salir bajo fianza a petición de la Procuraduría General de la República.
Y peor aún, cuando el titular de la Seido, Rodrigo Archundia, confirmó que Rodrigo Vallejo Mora, hijo del exgobernador, podría ser acusado de otros delitos.
Da la impresión que a la hora de la verdad, nadie además de Alfredo Castillo, creyó la historia de que Rodrigo Vallejo fue secuestrado para que se fuera a tomar una cerveza con La Tuta.
Cambios de fondo
Una vez concluida la serie de reformas que hasta hace un año y medio parecían imposibles, el reto para el presidente Peña Nieto será lograr que esas esos cambios se reflejen en una mejor calidad de vida para la mayoría de los mexicanos.
Quizás por eso, el presidente volvió a recordar ayer que su gobierno no vino a “administrar, sino a realizar cambios de fondo que aceleraran el progreso y el crecimiento económico del país”.
