Riesgo cero
Toda la vida me han preguntado, ya sea en los medios de comunicación o en los diferentes foros en los que tengo la fortuna de participar, por una inversión sin riesgo. La respuesta no se hace esperar y es categórica: “lo único que no tiene riesgo es… ¡el panteón!” ¿Así o más claro? La existencia […]
Gianco AbundizToda la vida me han preguntado, ya sea en los medios de comunicación o en los diferentes foros en los que tengo la fortuna de participar, por una inversión sin riesgo. La respuesta no se hace esperar y es categórica: “lo único que no tiene riesgo es… ¡el panteón!” ¿Así o más claro?
La existencia per se es un riesgo. Empezando por la gestación y hasta el último hálito vital se presentan infinidad de imponderables y contingencias que no siempre está en nuestras manos el poder resolverlas. Y hablando de dinero, pues ni qué decir. Permanentemente estamos ante la posibilidad de que las cosas no vayan como lo planeado, como lo prometido o como lo ofrecido en el mundo financiero.
Desde poner un negocio, que no funcione y quiebre, hasta dejar nuestros billetes en manos “expertas” (que no siempre lo son, por lo que hay que saber quién me asesora), el tema es que no nos salvamos del riesgo. Es más, el hecho de tener dinero en la cartera conlleva un altísimo peligro, y no simplemente porque te lo puedan robar, no, sino porque te lo gastes en “pitos y flautas”.
Lo que debemos aprender es que, como todo en la vida, existen niveles y habrá que estar conscientes de qué hacemos con nuestros recursos. No es lo mismo invertir en productos respaldados por un gobierno que en lo que ofrece una empresa de dudosa reputación. Y aunque parezca muy obvio, en la práctica no lo es; mucha gente llevada por la ambición se mete en mundos oscuros con tal de obtener mayores ganancias.
Cuando alguna institución financiera o persona te diga que tiene una inversión sin riesgo, es altamente probable que te vaya a estafar. En el menos malo de los casos, lo que va a ocurrir es que te someterás a los vaivenes de las finanzas y cuando veas una minusvalía (una baja en el valor tu inversión), venderás desesperadamente y terminarás ejerciendo la pérdida.
Alguien experto y honesto debe de indagar tus necesidades y expectativas para poderte recomendar los instrumentos de inversión que más se apeguen a ellas; de esta manera tendrás lo que en el argot financiero se denomina un portafolio bien balanceado para alcanzar tus diferentes objetivos. Y algo muy importante que debes tener presente es que, cuando quieras que tu dinero trabaje para ti, hay que pensar en el corto, el mediano y el largo plazo. Este último se refiere al menos a cinco años (con un poco de prisa podrían ser tres).
No lo olvides: el riesgo cero ¡no existe!
Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.