Robo en despoblado

¿De pura casualidad has escuchado el término ‘obsolescencia programada’? Es muy probable que sí, pero seguro que has prestado poca atención a este que llamo yo “robo en despoblado”

¿De pura casualidad has escuchado el término ‘obsolescencia programada’? Es muy probable que sí, pero seguro que has prestado poca atención a este que llamo yo “robo en despoblado”, fenómeno que está en la cúspide en esta cuarta Revolución Industrial, aunque seguro estoy de que empezó en la tercera, es decir, desde el siglo pasado. 

Vivimos una época terrible de consumismo en la que un puñado de sátrapas ladrones y cuasifilibusteros de cuello blanco se aprovechan de las debilidades neuronales de todos los seres humanos. ¿Para qué? Simple: para apretar nuestro bolsillo y sacarle hasta las últimas gotas de sangre y de sudor. 

Todos los aparatejos electrónicos, conocidos como línea negra, tienen una vida útil que desafortunadamente no está relacionada con el deterioro de los componentes con que se fabrican estos artilugios, sino con una sencilla “instrucción” programada, “dejar de funcionar”, siendo el colmo del cinismo que te digan que es más barato comprar otro que arreglar el que ya tienes. 

Me parece indignante que exista tal complicidad de los gobernantes del planeta, ya que ni las manitas meten
en favor del pobre pueblo aguantador. Perdón, ¿escribí pobre pueblo? Efectivamente, los dirigentes mundiales soslayan ejercer acciones de peso para reducir la estafa más grande de la historia, aunque la responsabilidad de comprar, comprar y seguir comprando, es totalmente nuestra. Claro que no falta quien arguya lo que dice el viejo refrán: “yo risueño y me hacen cosquillas”. 

En esta era digital exacerbada y con tantos medios de comunicación al alcance de cualquier cristiano, como lo son las redes sociales, no entiendo por qué se hace viral el video de un tipo que se pica la nariz y por qué no utilizamos estas herramientas para parar el atraco de las grandes corporaciones haciendo un frente común para, si no eliminar, al menos reducir el efecto del abuso. 

Ojalá levantemos la voz al unísono. Mientras tanto, es un deber tratar de proteger las finanzas de cada quien, buscando opciones (que por supuesto las hay) que permitan comprar productos de más duración. El refrigerador de mi abuela, Q.E.P.D., dio batalla más de cincuenta años, con algunos arreglos, claro, pero funcionando al cien por ciento. 

Literalmente: “que no te ganen las ganas” de estrenar a cada rato, pues te llenas de porquerías que no generan patrimonio para ti, pero sí para los tan citados ladrones tecnológicos. 

“El que por su gusto es… hasta la coyunta lame”. 

Recuerda que: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”. 

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