Platicando hace unos días con el crítico de cine Gonzalo Lira Galván acerca de cómo vaticinaba el futuro de Roma en los premios Oscar, caímos en un consenso mutuo: la película de Alfonso Cuarón tiene méritos técnicos, cuenta con un aporte a la cinematografía nacional y se le reconoce como un largometraje de gran producción, pero… ¡Ya chole!
Me explico, este asunto de hablar 24/7 del filme en redes sociales, su bombardeo mediático y que se haya convertido en el tema de sobremesa, prácticamente de todo México, está empezando a generar hartazgo. Fue la cinta más comentada del 2018, pero ahora este tema parece que ya está terminando por cansar, más que gustar.
Además, México necesita sincerarse consigo mismo, dejarse de ilusionar sólo por lo que las cadenas televisivas impulsaron previo al Oscar, porque en el fondo se creó una falsa expectativa, un “Ya merito”, que —una vez más— no sucedió.
Vale la pena cuestionarnos, ¿realmente Roma tenía la carrera segura para llevarse la presea a Mejor Película el domingo pasado? o ¿todo fue una gran campaña mediática que nos hicieron creer los anuncios de Netflix?
Este tipo de preguntas también las hacen medios en Estados Unidos, como en Vulture, donde Emily Yoshida explica que Roma daba la impresión de tener poder, pero al menos los votantes que prefirieron que ganara Green Book, le dieron su apremio porque “Roma era respetable, pero aburrida, y todos están fingiendo que les gusta, y tienes que seguir adelante si no quieres parecer racista”.
Y esto también ocurre en México, socialmente es bien visto hablar del largometraje con sus pros, mientras que los contras sólo son el cotilleo con las personas de confianza, porque es mal visto criticar a la película que está haciendo historia.
Netflix ha gastado entre 25 y 30 millones para publicitar el filme de Cuarón (según TheWrap. com) esto es más del doble del presupuesto de lo que costó la película —15 millones— más lo que pagó el servicio de streaming para comprársela a Cuarón que fueron 20 millones de dólares, ¿realmente esto es costeable para la compañía?
Además, falta ahondar en la controversia que se ha mantenido en opacidad y cada vez es más cuestionada en redes sociales: ¿Galo Olivares fue el verdadero cinefotógrafo de Roma y Cuarón le compró el crédito?
Por lo pronto, quien ya supo dejar ir el momento de furor fue Marina de Tavira, al publicar en Instagram “Hoy termina un bello viaje… inolvidable”, el lunes después del Oscar, creo que hay que sumarse a ella y al fin dejar atrás a Roma.