No me atrevo a hacer sugerencias que no sean dentro del marco de lo que han presentado las autoridades sanitarias. La Organización Mundial de la Salud, así como otros especialistas ya emitieron, desde el inicio del incremento de los casos, múltiples recomendaciones. Empezando por las que nos repiten en todo momento y tienen que ver con nuestros hábitos de higiene; pasando por la posibilidad de quedarse en casa, hasta la ruta estratégica de tener hospitales para la atención específica del COVID-19.
Sin duda, es un tiempo difícil para tomar decisiones. Las y los gobernantes de todos los niveles de gobierno se enfrentan a una situación complicada en la historia de la humanidad. La disyuntiva sobre darle prioridad a la salud en contrasentido de lo que eso significa para la economía es un dilema grande. Más para nuestros países en donde quedarse en casa tiene implicaciones económicas que son igual y más graves que las sanitarias. O, como bien dice la gente, “o nos morimos de COVID-19 o nos morimos de hambre”.
La situación se pone álgida porque la gran mayoría de la gente tenemos que salir por trabajo. Esto no se puede parar o todas las cadenas de valor, pierden. Esto aunado a la falta de incentivos por parte del Gobierno federal y la crisis económica global que venimos arrastrando desde hace un par de años.
Me parece que una postura razonable sin caer en punitivismo (es decir, castigos en forma de cárcel o multas), es, precisamente, atender con disciplina las recomendaciones de salud. Eso requiere de un gran esfuerzo gubernamental, pero también ciudadano. Si no queremos que se nos trate como niños chiquitos que no saben cómo cuidarse y cuidar a otros, tendremos que hacer un sobre esfuerzo para que realmente tengamos una desaceleración de los contagios.
Porque no podemos darnos el “lujo” de frenarlo todo o de exponernos a “toques de queda” o a que resuelva por la fuerza del orden público. Necesitamos entender que estamos todos y todas en esto.
Criterio y perspectiva para resolver con mucha responsabilidad el manejo de un virus que en realidad no tiene control hasta que salga una vacuna.
Mientras eso no sea, necesitamos ese trabajo colectivo entre las y los habitantes, empresas, industrias. Estrategias prudentes, pero también mucha de nuestra voluntad. Lo que está en juego no sólo son vidas humanas, también la economía. Por eso mismo, ante la pregunta de si sí o no, más bien tener criterio para no dejar a la suerte o al azar nuestra salud.
Más allá de la dicotomía de qué es primero, no hay más respuesta que tener disciplina. Saldremos de ésta sólo si somos lo suficientemente considerados con los y las demás. Ahora bien, cómo es un virus, tampoco es garantía, pero al menos intentamos sobrellevar con equilibrio las dos cosas de las que depende nuestra existencia: la salud y la economía. Ambas intrínsecamente necesarias.