Los maestros de la CNTE de Guerrero dejarán de ser maestros para convertirse en una especie de insurgentes armados, con la participación de las llamadas auto defensas comunitarias.
Los docentes dicen que el movimiento que hasta ahora ha sido magisterial, a partir del 10 de abril se convertirá en un Movimiento Popular (armado) con el propósito de echar para atrás la reforma educativa y las demás reformas estructurales que se ha propuesto Peña Nieto.
De ahí que ante la escalada violenta de manifestantes armados, cada vez son más los que reclaman que desde ahora el gobierno resuelva el problema con la fuerza del Estado.
Sostienen que si no se actúa ahora, el problema crecerá como creció el de los machetes de Atenco, por los miedos de Vicente Fox y Santiago Creel.
Sin embargo, tampoco falta los que aseguran que los provocadores buscan precisamente la acción violenta del Estado, por más legítima que sea, para a su vez ellos “legitimar” su lucha como los “mártires” de la brutalidad policiaca.
Exigen que Osorio Chong se ponga cuanto antes las pilas para desactivar lo que parece ser una trampa, haciendo uso de más inteligencia que violencia, en lugar de andar “aperturando” memoriales en honor de Felipe Calderón.
También Norberto
Para colmo, en la estrategia de desacreditar al régimen de Peña Nieto, ya no solo participan Felipe Calderón y sus amigos senadores.
Ahora resulta que a las críticas también se han sumado Vicente Fox y el arzobispo Norberto Rivera.
En su semanario dominical “Desde la Fe” el cardenal Rivera asegura que la delincuencia está mejor armada que las policías municipales y hasta la policía federal.
El prelado crítica a Peña Nieto porque de acuerdo con sus datos en “primeros cuatro meses la violencia criminal no ha disminuido” y que “lo único nuevo es el silencio oficial sobre el tema.”
O sea que lo que Norberto está exigiendo a Peña Nieto es que rearme a la policía, continúe la escalada de violencia de Felipe Calderón, y vuelva hablar a todas horas de la delincuencia organizada.
No estaría nada mal que Peña Nieto pusiera la otra mejilla y le regalara al cardenal Norberto el libro de la Ciudad de Dios de San Agustín de Nipona, con una cristiana dedicatoria:
¡Perdónalo Señor, aunque Norberto si sepa lo que dice y lo que hace!
