Más de un obispo mexicano se incomodó con la publicación de la carta que el arzobispo Norberto Rivera le mandó a Benedicto XVI.
Y es que Rivera no es el presidente del Episcopado Mexicano, como tampoco es el jefe de la Iglesia Católica en México.
Lo que debían decir los obispos mexicanos respecto a la renuncia del Papa, lo dijo el lunes pasado el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira Rugarcía.
Con eso de las “traiciones al Papa” y “la furia del mal”, a que Rivera se refiere en su carta, da la impresión de que el obispo de la ciudad de México quisiera quedar bien con el Papa.
Obviamente el Espíritu Santo no es tan ingenuo como para creerle al cardenal Rivera, y mucho menos para decretar un dedazo a favor del mexicano en el próximo Cónclave.
En los archivos vaticanos abundan las pruebas y testimonios que acreditan que uno de los más grandes apoyos para el traidor Marcial Maciel, fue precisamente el cardenal Rivera.
Noticia para Peña
La detención de los presuntos responsables de la violación de la seis ciudadanas españolas, seguramente será una de las mejores noticias que habrá recibido el presidente Peña Nieto en lo que va de su sexenio.
Si el “relato pleno de lo que sucedió” es cierto, y no una confesión “espontánea” producto de la tortura, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, podrá presumir de una eficacia que nunca pudieron acreditar sus antecesores en el cargo.
Más autodefensa
El gobierno tendrá que investigar cómo es que los llamados “comités de auto defensa” están proliferando en los últimos días, en varios Estados de la República.
Además de que dichos comités no pueden ser calificados como gavillas de delincuentes, habrá qué ver de dónde sacaron las armas y quién financia a esos “policías” espontáneos.
El catarrito
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, aclaró que lo dicho sobre la formación de la “tormenta perfecta” solo es aplicable para los países emergentes, pero no para México.
Según el doctor, para que México padezca la pulmonía financiera de una tormenta perfecta, todavía falta que entren muchos capitales extranjeros y que se formen burbujas de crédito.
O sea, que se mantiene el pronóstico “siempre acertado” de un catarrito moderado.