Enrique Peña Nieto anunció ayer el arranque del seguro de vida para las mujeres que sean jefas de familia, que cubrirá los gastos educativos de los hijos hasta que alcancen la edad de 23 años.
Aunque se trata de una noble idea, la prestación no es un seguro, sino más bien un subsidio contingente para que todos los niños y jóvenes que queden huérfanos de padre y madre, puedan tener educación hasta que cumplan 23 años, con cargo a los ingresos fiscales.
Con todo y que el seguro sea una promesa cumplida de los tiempos de campaña, no estaría de más que a los subsidios se les llame por su nombre, y no se les disfrace de “seguros” a título gratuito, como se hizo con el mal llamado “seguro” popular.
Irá a Roma
Para que quede bien claro que Peña Nieto no dejara ir una oportunidad para promover la presencia de México en el mundo, el presidente estará este fin de semana en Roma para asistir al “equivalente” a la toma de posesión del jefe del Estado Vaticano.
Toda vez que Su Santidad Francisco es el primer Papa jesuita, a lo mejor este encuentro servirá para borrar aquel desencuentro que el candidato Peña Nieto tuvo durante su campaña en la Universidad Ibero Americana.
Como se recordará, en aquella ocasión no faltaron quienes, dentro del equipo de Peña Nieto, acusaron a los jesuitas de haber sido la mano que meció la cuna para las protestas de lo que luego se transformó en el movimiento juvenil Yo soy 132.
Más papista que el Papa
Ahora resulta que el religioso dominico Julián Cruzalta Aguirre se rasgó las vestiduras porque un presidente mexicano asistirá a la misa que celebrará el Papa Francisco en Roma.
Según el escandalizado dominico, el gobernante de un Estado laico, como el mexicano, no debería asistir a una ceremonia religiosa en Roma.
Puede que ser que Cruzalta haya estudiado teología, pero seguramente es un ignorante de la teoría del Estado, ya que el Papa Francisco no solo es Pontífice romano, sino que también es jefe del Estado Vaticano.
Por algo decía Benedicto XVI que los enemigos de la iglesia están dentro de la propia institución.
Unos porque se pasan de malos, y otros porque se pasan de tontos.