La imagen del hombre tocando a una menor de edad en una calle de Puebla es inaudito y peligroso para las niñas, adolescentes y mujeres que por ahí transitan.
Las noticias decían que de acuerdo con los vecinos no es la primera vez que ese individuo actuaba así contra las mujeres que veía solas. Hoy está prófugo, pero confiamos en que las autoridades del municipio pronto lo detengan para llevarlo ante la ley.
Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dan cuenta que en lo que van del año la violencia contra las mujeres está imparable, 110 mil 138 mujeres han denunciado violencia intrafamiliar, y 7 mil 455 han sufrido abuso sexual.
Lo que significa que diariamente 904 mujeres son víctimas de violencia familiar, y 77 mujeres sufren violencia sexual.
Hoy ante este hecho es preocupante que todavía no se entreguen los recursos federales a los refugios de mujeres que huyen de la violencia en sus casas. Mujeres que buscan un espacio donde puedan resguardar su vida y la de sus hijos.
Los recursos federales que demandan son los etiquetados en el Presupuesto de 2019, recursos que no pueden detenerse cuando la violencia contra las mujeres está desatada.
Las mujeres que habitan un refugio requieren de la protección del Estado, de habitar un lugar libre de violencia y donde su vida esté garantizada.
De acuerdo con la Red Nacional de Refugios hasta el 17 de junio se han transferido 77.7 millones de pesos, es decir 19por ciento de los recursos destinados en el Presupuesto, los cuales han sido distribuidos a algunos centros de apoyo, sin embargo, más de la mitad de los centros no han recibido los recursos.
Es urgente quitar las trabas burocráticas para que los recursos lleguen a los refugios dado que no pueden desaparecer. Para muchas mujeres es su última oportunidad, la esperanza de una vida y un futuro mejor.
Muchas de ellas no llegan solas, llegan con sus hijas e hijos, huyendo de los infiernos que se convierten en lo que debería ser un hogar, un lugar donde el miedo y la zozobra los consume diariamente.
Sin estos refugios ¿a dónde acudirían?, muchas no van con sus familias por miedo a que las encuentre su victimario o porque no cuentan con el apoyo necesario.
No destinar los recursos es violentar a las mujeres que llegan a los refugios, es negarles la oportunidad de una vida libre de violencia a ellas y a sus hijas e hijos, es dejarlas a su suerte.
Los feminicidios empiezan en casa con la violencia intrafamiliar. En su gran mayoría este delito lo comete alguien cercano a la víctima, cerrar los refugios es darle paso al feminicida.
Me sumo a la exigencia de que a la brevedad se destinen los recursos etiquetados para los refugios, a fin de brindarles a esas mujeres una vida libre de violencia.