¿Cuándo se es más soberano? ¿Cuando se depende de algo o alguien más o cuando se tienen márgenes de libertad para poder decidir, en un ambiente de mayor certeza y seguridad? Estoy convencida que la soberanía está estrechamente relacionada con la certeza y con los márgenes de libertad que somos capaces de construir para millones de ciudadanos.
La soberanía ha sido “manoseada” a lo largo de nuestra historia. El pasado martes en un acalorado debate en el Senado la soberanía fue debatida en un sinfín de mensajes y de discursos acompañados por descalificaciones, acusaciones, advertencias y amenazas que en poco o nada ayudaron a una reflexión profunda en un tema trascendente como la Ley de la Industria Eléctrica, el cambio climático, el medio ambiente, el presente y futuro de cada uno de nosotros y nuestra familias.
Se dijo por algunos y algunas que la soberanía es regresar al uso de combustibles fósiles, eliminar la competencia, incrementar los precios y subsidios, y apostar por energías sucias, justo cuando el mundo va en un sentido contrario; no coincido con esta visión de soberanía. Desde mi perspectiva, la soberanía es justamente lo contrario, somos más soberanos como individuos, comunidad y país cuando somos capaces de un crecimiento económico sostenido para todos y no solo para algunos.
Cuando se reducen las brechas de desigualdad y de las oportunidades, somos mucho más soberanos y soberanas, también cuando tenemos certezas del presente y del futuro, y podemos planear nuestras vidas, familias, empresas, políticas públicas y destino como país. Estoy convencida de que la soberanía está íntimamente ligada a la capacidad de generar empleos, de tener un ingreso en los bolsillos para perder miedos y lograr una seguridad fundamental para una vida digna y sana.
Hay soberanía cuando somos capaces de ofrecer las mejores condiciones a los ciudadanos y no las peores, que son las consecuencias de una situación monopólica u oligopólica. En la competencia con reglas claras y apegadas al Estado de derecho se logra mucho más soberanía que con una posición autoritaria, donde se festeja no haber cambiado ni un punto ni una coma, simple y sencillamente porque no se quiso escuchar a los expertos, los ciudadanos, ni al resto del mundo, que insisto, transita en un sentido opuesto al que ayer la mayoría en el Senado aprobó para todos y todas en el país.
Soberanía es lo que Daniel, un niño de Oaxaca nos expresa: “Hace apenas cinco años tuvimos energía eléctrica en mi casa, soy de una comunidad indígena. Esta energía llegó porque empezaron a utilizar energías renovables a base de celdas solares. Antes sufríamos mucho en invierno por el frío, mi madre prendía el anafre para que tuviéramos calor. De grande quiero ser ingeniero eléctrico y ayudar a muchas comunidades”.
Así como María Daniela Rivero, estudiante de Sustentabilidad Ambiental: “La mayoría de las plantas de la CFE emplean combustibles fósiles que generan altos niveles de gases de efecto invernadero. Probablemente los que están tomando esas decisiones no van a vivir para ver los efectos. No creo que sean conscientes de la crisis climática que enfrentamos”.