No hay duda de que Josefina Vázquez Mota está teniendo excelentes cierres de campaña.
Como tampoco hay duda de que la candidata panista podría repuntar en los días que faltan para el primero de julio.
Hay que reconocerle a la abanderada albiazul su carácter, su decisión. El saber mantener su ilusión viva y su espíritu encendido para luchar contracorriente, aún dentro de su partido.
Por desgracia parece tardío. Aunque se crea en milagros. Necesita un golpe de timón que le devuelva la credibilidad perdida en los gobiernos del PAN.
Porque los jerarcas panistas que están endosando el fracaso de la campaña a “una mala candidata” tendrían que voltear a ver a Los Pinos.
Si Vázquez Mota termina en tercer lugar, debajo de Peña Nieto y López Obrador o viceversa, ese voto de castigo sería imputable en gran medida a un gobierno en el poder que no terminó de convencer a la ciudadanía.
Una ciudadanía que habría preferido el retorno del PRI o la nueva alternativa de la izquierda, antes que refrendarle el voto que desde el 2000 le dieron cuando llevaron al poder a Fox y que a regañadientes –haiga sido como haiga sido- le ratificaron en el 2006 a Calderón.
No me ayudes, compadre
La victoria panista se complica todavía más cuando los supuestos golpes de timón –como la presunta captura del “hijo” del Chapo- terminan siendo una pifia más que solo cosecha la burla nacional.
Porque un sistema nacional de inteligencia y de seguridad que no es capaz de identificar a sus enemigos, y peor aún, que se atreve a presentarlos en falso, no merece el respaldo en las urnas.
Como tampoco lo merece quien desde hace semanas nos tiene al vilo con el caso del general Tomás Angeles Dahuahare, al que arrestaron y arraigaron desde el 15 de mayo y es fecha que no se le finca causa judicial formal.
Por eso los reflectores de esta semana se enfocan a los casos de los gobernadores priistas Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.
Porque no se puede llegar al primero de julio con un gobierno que tiene tresasuntos en el aire –el general, los gobernadores y el “hijo” del Chapo- so pena de que por falta de pruebas terminen de calificarse como operaciones electoreras.
Al más puro estilo priista
El cierre de campaña de Enrique Peña Nieto recordó los viejos tiempos del PRI cuando se llevaba el carro completo con todo y ocupantes.
Ante un casi lleno Estadio Azteca el candidato tricolor se lució ante sus seguidores, la mayoría de ellos llevados desde otros estados del país.
Pero sea como fuere los priistas demostraron músculo en su operación alrededor de su candidato y exhibieron la fuerza que aún tienen y con la que buscarán llevarse el triunfo el próximo domingo primero de julio.
Mención destacada merece la presencia de los gobernadores de Aguascalientes, Nayarit, Hidalgo, Chihuahua, Estado de México, Querétaro, Tamaulipas, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas, que acompañaron a Peña Nieto.
Destaca en forma particular la asistencia al cierre de Egidio Torre Cantú, gobernador de Tamaulipas, que fue a apoyar al mexiquense en un momento que dos ex gobernadores de esa entidad, son cuestionados por sus presuntas ligas con el crimen organizado.
Lo que muestra un respaldo tácito del candidato priista al actual mandatario tamaulipeco.
Mientras que otros mandatarios como Rodrigo Medina de Nuevo León no fueron convocados al evento.