Los “boomers” dicen preocuparse de la contaminación como quien cree que curarse un cáncer se trata de tomar un café para hablar de aspirinas. Quizá esa generación que hoy nos gobierna no ha entendido lo que las nuevas sí: es urgente tomar decisiones en un mundo en donde está en juego la sobrevivencia humana.
Es la generación de niños y niñas quienes exigen en cada rincón del planeta, que se nos acaba el tiempo. No puede haber futuro sin entender que es ahora y es el momento de “girar” el rumbo de lo que parece un “destino” heredado por quienes no han podido garantizarles un futuro.
La clase política de “boomers” se niegan rotundamente a ver las alternativas que sí están generando las nuevas tecnologías, los emprendimientos de innovación y otras formas de organización económica emanadas de cientos de jóvenes que sí entienden que no se pueden seguir comprometiendo tantos recursos a ideas obsoletas que, prácticamente, son inservibles para hacer el tránsito.
Una de las claves de esta crisis económica y medioambiental será la transición energética. Es inevitable pasar por ahí ante los cambios y la gravedad de los problemas que atravesamos. Así que aunque en este momento se diga e insista que “no se puede” cerrar refinerías, el futuro se encargará de hacerlo realidad más temprano que tarde.
El país de 1980 que nos quieren “vender” como todavía rentable en medio de una de las peores crisis, es una “bomba de tiempo”. No lo digo yo, lo aseguran los científicos. Ese aire contaminado augura una población enferma y poco productiva que va en declive.
Hay quienes ya hicieron su apuesta rápida. A esas personas se les agradece la llamada de atención a las y los que tomamos decisiones. Sus exigencias, lamentablemente, son deudas históricas de las que se puede perder todo menos la esperanza.
Ayer me enviaron tales exigencias que se supone cualquier presidente podría responder sin promesas y más con acciones. Por ejemplo, se esperaba “que anuncie que se va a modificar la norma CRE 016 para que se utilice gasolina AA en la zona metropolitana de Monterrey; tal como se utiliza en la Ciudad de México y Guadalajara”, o “que anuncie el inicio de las tan esperadas inversiones para reducir las emisiones de la refinería de Cadereyta de bióxido de azufre, bióxido de nitrógeno, hidrocarburos aromáticos y partículas menores a 2.5 micras”.
A las y los pobres es a los que pone en jaque. Y, sin embargo, siguen queriendo perder el tiempo en promesas que se las lleva el aire… El aire contaminado desde Cadereyta, ¡qué dolor de cabeza!