‘Veridis Quo’
Los seres humanos somos animales de costumbres, que todavía nos dejamos llevar por el instinto. De alguna u otra manera, nos controla esa pulsión oscura por dominar al otro ajeno, de marcar territorio y apropiarnos de un lugar, conquistamos a personas, suelo y civilizaciones… Estamos siempre al borde de joder a alguien más. Y esa […]
Hidalgo NeiraLos seres humanos somos animales de costumbres, que todavía nos dejamos llevar por el instinto. De alguna u otra manera, nos controla esa pulsión oscura por dominar al otro ajeno, de marcar territorio y apropiarnos de un lugar, conquistamos a personas, suelo y civilizaciones… Estamos siempre al borde de joder a alguien más.
Y esa es la historia de millones de desplazados universales, desde épocas bíblicas y hasta el presente, pero esa masa enorme tiene algo que contar en lo individual, hay narrativas que seguro nunca terminaremos de conocer, pero una vez que encontramos una es absolutamente conmovedora.
Eso es Flee: Huyendo de casa (2021), que narra la historia de Amin (pseudónimo), quien junto con su familia tuvo que emigrar de Afganistán en 1989 debido al constante conflicto bélico; en teoría sus dos hermanas, su madre, su hermano y él, alcanzarían a Abbas, el mayor de la familia, que huyó a Suecia antes que ellos, cuando desaparecieron a su padre años atrás.
Pero el partir no fue tarea sencilla, fue una travesía llena de peligros, traumas y dolencias que hasta hoy torturan a Amin, quien no logró a la primera llegar a Europa y menos hasta Suecia, porque los traficantes solo lo llevaron a Dinamarca.
Esta película de Jonas Poher Rasmussen, además tiene el mérito de que es un documental animado, pero esto no es un capricho estético, se hizo para precisamente cuidar la identidad de Amin, quien es un catedrático respetado de Princeton, vive con su novio Kasper en Dinamarca y están por casarse.
Es correcto, leyeron bien, no suficiente el drama de ser afgano, Amin también sufría en carne propia el temor de ser discriminado por su homosexualidad, de hecho, hay una escena animada de su niñez, donde usa un vestido de sus hermanas, bailando en las calles de Kabul con un walkman y a todo volumen “Take on me”, de A-ha.
El largometraje funciona con flashbacks en tiempo presente, mientras Amin es entrevistado por Rasmussen, él va reviviendo sus experiencias personales, a veces, puede hacerlo vívidamente y en otras se cohíbe por el terror del miedo a que sea identificado o por la discriminación que vivió en el pasado.
Amin recuerda que cuando al fin pudo contactar a su familia en Suecia y los visitó siendo mayor de edad (él migró a los 15 años) tenía pavor de revelarse como gay ante ellos, pero cuando lo hizo, sus hermanas se extrañaron; sin embargo, Abbas sólo le dijo “Sígueme”, para salir del pequeño apartamento.
Entonces, su hermano mayor lo subió al auto, y llegaron a una calle vacía de noche, donde lo dejó en la puerta de un lugar. En el marco había una rosa de luz neón; era lo único que resaltaba alrededor. “Te habías tardado, solo estábamos esperando a que lo dijeras”, le dijo Abbas y le entregó un puñado de dinero. Amin entró por primera vez a un bar gay.
La canción que sonaba en el antro era “Veridis Quo”, de Daft Punk, que traduciendo el título de manera burda sería “Decir la verdad”, y pues, ese es el éxodo de Amin.
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