Vivir de las rentas ahora tiene un significado diferente

¿Vivir de mis rentas?

Cuando era niño —hace muchos años, pero todavía me acuerdo— escuché la frase de “vivir de mis rentas” y mi santa madre me explicó lo que significaba. Sonaba bien, pero pensé: si no trabajan, ¿a qué dedican todo el tiempo? En fin… cosas de párvulos. Ya inmerso en el mundo laboral encontré un mejor significado […]

Cuando era niño —hace muchos años, pero todavía me acuerdo— escuché la frase de “vivir de mis rentas” y mi santa madre me explicó lo que significaba. Sonaba bien, pero pensé: si no trabajan, ¿a qué dedican todo el tiempo? En fin… cosas de párvulos.

Ya inmerso en el mundo laboral encontré un mejor significado al concepto y claramente se me antojaba (y se me sigue antojando) el que pudiera recibir dinero de mi patrimonio y dedicarme a mi pasión, que es la música. Hasta hoy sigo trabajando arduamente, pero no pierdo la esperanza.

Sin embargo, llegó la malvada y tan mentada pandemia y dejó de manifiesto que quienes rompieron con la segunda regla de oro de las inversiones, que es la diversificación, están, como dice el pópulo, “pariendo chayotes”. ¿La razón? Todos la sabemos: la problemática económica del mundo nos afecta, a quien más a quien menos, pero es un hecho que muchas propiedades se han desocupado y no hay quien en este momento las quiera alquilar.

Peor aún es el caso de los que no desocupan y tampoco pagan, pues el propietario habrá de acudir a instancias judiciales para solventar el menudo problema. Y algo incluso más dramático están viviendo los dueños de oficinas, porque con el famoso “trabajo en casa”, quienes las rentaban se han dado cuenta de que el ahorro es increíblemente grande.

Nunca estaré en contra de invertir en ladrillos. Hacerlo tiene grandes ventajas, como la plusvalía que gana con el tiempo un alto porcentaje de inmuebles. Por desgracia, las personas que dependían exclusivamente de este negocio están incluso teniendo que rematar sus propiedades para recuperar cierta estabilidad financiera.

Insisto en que el principal error fue “poner todos los huevos en la misma canasta” y carecer de un portafolio bien estructurado y, por supuesto, repito, di-ver-si-fi-can-do. Obviamente no todo está perdido, ya que al final tienen solvencia aunque no liquidez, y es cuestión de aguantar tal vez un par de años más a que se restablezcan las condiciones económicas.

No olvidemos que las crisis son cíclicas y la actual no es la primera ni será la última. Por eso hay que aprender de los trancazos que nos pone el destino para salir adelante y no repetir los mismos errores.

Vivir de las rentas ahora tiene un significado diferente, y aunque no dejará de ser una opción de vida financiera, para muchos deberá modificarse. Hasta ahora no he conocido a nadie que le guste el sabor de los ladrillos. No inviertas todo en bienes raíces: ¡diversifica!

Recuerda: “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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