¿Aficionado o adicto?

El futbol es apasionante. De hecho, hay personas que son tan aficionadas que su fanatismo puede sobrepasar los límites y convertirse en una adicción.

El desborde de sentimientos encontrados que han experimentado los aficionados que inundan las tribunas en la Copa del Mundo y quienes siguen de cerca el evento deportivo a través del televisor pone en evidencia una envidiable lealtad a la marca del equipo de futbol que muchas organizaciones comerciales desearían obtener. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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El futbol es apasionante. De hecho, hay personas que son tan aficionadas que su fanatismo puede sobrepasar los límites y convertirse en una adicción.

El desborde de sentimientos encontrados que han experimentado los aficionados que inundan las tribunas en la Copa del Mundo y quienes siguen de cerca el evento deportivo a través del televisor pone en evidencia una envidiable lealtad a la marca del equipo de futbol que muchas organizaciones comerciales desearían obtener. 

Así lo menciona en Psychology Today el doctor Mark Griffiths, psicólogo y Director de la Unidad de Investigación Internacional del Juego en la División de Psicología de la Universidad de Nottingham Trent, en Reino Unido: “a los mercadólogos les encantaría ser capaces de tomar la aparentemente incansable lealtad de los fanáticos del futbol y de algún modo transferir la misma a los productos que están tratando de vender”. 

Y es que, “no importa cuáles sean los resultados del equipo de futbol, tendemos a apoyarlos semana tras semana durante todo el año”, dice. “Nos pueden causar miseria y dolor y aún así los apoyamos”. 

Y lanza la pregunta: “¿podría ser que seguir nuestros clubes (deportivos) es una adicción?”.

El investigador incluso cita evidencia del llamado “Síndrome de West Ham” (en referencia al equipo de futbol inglés West Ham Club), abordado a fines de los 90 por los académicos Ken Parker y Trish Stuart en Journal of the Market Research Society. 

Tras hacer entrevistas en grupos de enfoque a aficionados del futbol británico, Parker y Stuart encontraron, entre otros hallazgos, que 58 por ciento de los hombres había hecho un compromiso con su equipo desde los 11 años. 

El estudio comparó la “intensa lealtad conseguida por los clubes de futbol con la lealtad a una marca”. 

En este contexto, señalan los autores, “los clubes de futbol son únicos. Ellos engendran una lealtad a la marca fenomenal a pesar de sus fortalezas y debilidades. Esto es totalmente diferente a casi todos los demás sectores de productos donde se produce el cambio de marca que ellos reflejan”.

Para Griffiths, la diferencia entre clubes de futbol como marca y otros productos comerciales como marca podría estar en la “pasión y el hecho de que el futbol puede ser una experiencia emocional para el acérrimo aficionado”. 

Tan es así, que esa misma pasión provoca que los aficionados pierdan de vista, el tiempo que sea necesario, asuntos de mayor importancia que transcurren a su alrededor. 

O como menciona la letra del corrido “Gol por México”, que publicó en YouTube un aficionado mexicano: “y mi tristeza no es por esta cruel derrota, sino por ver a tanta gente como loca. Se quejan todos del árbitro del juego. Así fueran de rezongones por bienestar del pueblo. Se enojan más cuando les anulan los goles que cuando roban sus votos en las elecciones. 

Pues mientras rueda la pelota eres feliz, mientras que el Presidente vende a tu país (…) Por ver campeón a México damos la vida, mientras que el sueldo ya no alcanza ni pa’ la comida”.

Como una adicción

Ante todo aquello que fascina, obsesiona o despierta un torbellino de reacciones emocionales, como el fútbol, es fácil hacer el juicio inmediato de adicción. 

“Se piensa que ver un juego de futbol puede ser catártico. Se ha sugerido que el ambiente de un partido de futbol es socialmente incluyente. Los aficionados entran en la identidad de su equipo mediante el uso de ropa y de lenguaje que no suelen utilizar en su vida cotidiana”, subraya la Mental Health Foundation de Reino Unido.

O visten su hogar entero –salvo dos recámaras– con banderas de su país, como lo hizo, previo al Mundial de Brasil 2014, una pareja de ingleses aficionados del Arsenal que “siempre están viendo el futbol”, confiesan en la BBC. 

Y a quienes “no les importaría si no puedo ver el exterior” por culpa de los estandartes. 

Otros adoptan mecanismos de defensa: se niegan a creer que los resultados de su equipo serán positivos, “para protegerse contra la desilusión”. 

Todo esto y más desencadena ser un fan de hueso colorado. Pero, no se puede hablar de una adicción al fútbol como tal sin considerar el significado del término. Como apunta en Time la reconocida periodista neurocientífica Maia Szalavitz, que coincide con lo que afirma Griffiths y otros expertos de la salud mental: “todo depende a qué te refieras con ‘adicción’”. 

De hecho, es fecha que los miembros de la comunidad científica no se ponen de acuerdo respecto a los requisitos que se deben reunir para cumplir con un diagnóstico de adicción. Ni siquiera lo publicado en la quinta edición del “Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales” (DSM V), rechazado por un cúmulo de psiquiatras, ha logrado un cambio.

‘Perfil’ de un adicto al futbol

Mark Griffiths precisa que cualquier conducta que cumpla con los siguientes seis criterios debería considerarse una adicción:

Relevancia: cuando la afición se convierte en lo más importante de tu vida, al grado de interferir con tus actividades cotidianas. Domina tu pensamiento, sentimientos y conductas. 

Modifica el ánimo: desde el high que experimentas al seguir a tu equipo favorito hasta una “sensación calmante de ‘escape’ (…)”. 

Tolerancia: necesitas involucrarte cada vez más en un mayor número de actividades relacionadas a tu equipo de futbol para conseguir que tu estado de ánimo se modifique.

Síntomas de abstinencia: sentimientos o efectos físicos indeseables cuando no puedes seguir a tu selección, como temblor, altibajos emocionales, irritabilidad, etcétera.

Conflicto:  problemas que surgen con otras personas, contigo mismo y con otras áreas de tu vida por seguir demasiado a tu equipo de futbol.

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