Durante esta crisis sanitaria, en los pocos cines que se encuentran abiertos, se preestrena esta cinta de Matías Meyer, Amores modernos.
Una familia es más que el retrato que aparece en una fotografía, ya que detrás de esa imagen hay rencores, celos y misterios que salen a la luz hasta, por ejemplo, que fallece uno de los padres. Sucesos así provocan que se revelen las verdades que durante décadas se guardaron.
Eso es lo que pasa en la película Amores modernos, donde Carlos y Alex, dos hermanos separados por la distancia y el tiempo que se reúnen tras la muerte de su madre y el Alzheimer que sufre su padre, descubren que tienen una media hermana de su misma edad llamada Rocío; las dudas los agobian al no saber la verdadera historia ni cómo actuarán en el futuro con la herencia.
Así comienza Amores modernos, cinta de Matías Meyer realizada en 2018 y que tuvo su paso por festivales y muestras el año pasado, que ahora se convierte en la primera producción mexicana en llegar a las salas de proyección de los pocos cines abiertos al interior del país.
Andrés Almeida interpreta a Carlos, un ejecutivo que lleva el peso de la familia sobre sus hombros, ya que es el albacea. Por su parte, Alex es un chico que se fue a vivir a Argentina al sentirse despreciado por su homosexualidad y su uso de sustancias enervantes.
“Lo que me encantó desde un principio fue cómo esta historia se va entrelazando, cómo muchos personajes están en la misma búsqueda, cada uno desde su trinchera, desde su perspectiva y su vida, y que en una historia muy corta que se contaba en 24 horas, todos tenían una especie de desarrollo”, comenta Almeida.
Amores modernos tuvo un presupuesto de 19 millones de pesos, solamente de fondos públicos logrados a través del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (EFICINE), mismo que actualmente se encuentra en duda de si continuará en los próximos años para financiar nuevas películas mexicanas.
“Hasta ahora no se ha tocado el Estímulo fiscal al cine, que es el que realmente ha impulsado muchísimo la producción en el país y que ha permitido la facturación de unas 150 películas mexicanas al año. El problema con este fondo es que depende de las empresas y las utilidades que tengan, ante la crisis que se está viviendo hoy en día, probablemente muchas de esas empresas no puedan apoyar a las películas”, expresa Meyer.
Amores modernos, Oda al cine independiente
Las atmósferas construidas por Matías Meyer, entre colores magentas y violáceos, además de utilizar música de la banda Chromantics, es un claro referente a la cinematografía manejada por el cineasta danés Nicolas Winding Refn, quien hasta hace una década era prácticamente desconocido en Estados Unidos, pero tuvo su potente arribo con Drive, en 2011.
“Había visto y sido influenciado por ciertas películas de Nicolas Winding Refn, el director de Drive, en donde justamente maneja este tipo de colores y se me hacía muy contemporáneo, como realmente un cambio en la estética mundial con luces de colores, por eso quise aprovechar, sobre todo, y darle este aspecto como moderno”, confiesa el cineasta.
Almeida se sintió atraído por el guión desarrollado entre Meyer, Arias y Chías, porque le recordó a un filme hecho por Robert Altman, cineasta de comedia y drama, que logró el balance perfecto en Short cut, de 1993; el realizador fallecido en 2006 fue nominado en cinco ocasiones al Oscar por Mejor Director.
“Es una película que cuenta una historia que se desarrolla en Los Ángeles y son varias que se van de alguna manera hilando, me acuerdo que cuando la vi por primera vez se convirtió en una de mis favoritas por muchos años y al ver este guión inmediatamente me vino a la mente esa historia y sentía que tenía muchos ecos, inclusive como el pedacito del temblor, que en la de Altman también existe”, se sincera el actor.
Se escucha la alerta sísmica
Durante una escena de Amores modernos, claramente se escucha el sonido de alerta sísmica, ya que en la ficción pasa un movimiento telúrico. El director insistió en que tenía que ser el sonido original para causar una emoción de estremecimiento en los espectadores.
“En algún momento estábamos tentados en poner al inicio de la película un aviso de que iba a suceder, pero decidimos tomar el riesgo de no hacerlo y mucha gente me ha comentado esto justamente, que al escuchar la alerta sísmica, de pronto se voltean a ver y se cuestionan ‘¿salimos, es una verdadera o no?’ Pero es corto el momento, son como cinco o seis segundos y ya empieza a temblar en la pantalla, creo que en ese sentido no hay riesgo, pero sí logramos una emoción bastante fuerte”, comenta Meyer.