Ayuda para los que ayudan
En un entorno donde reina la violencia, donde la sensación de riesgo, vulnerabilidad y el peligro son una constante, como en la Franja de Gaza, los psicólogos clínicos también son parte de las víctimas.
El hecho de vivir en medio del conflicto, expuesto a bombardeos y ataques aéreos, no solo hace aún más compleja la tarea de los psicólogos de tratar a personas con síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT), sino que también deben enfrentar un reto que puede obstaculizar su práctica clínica: ellos mismos.
Eugenia RodríguezEn un entorno donde reina la violencia, donde la sensación de riesgo, vulnerabilidad y el peligro son una constante, como en la Franja de Gaza, los psicólogos clínicos también son parte de las víctimas.
El hecho de vivir en medio del conflicto, expuesto a bombardeos y ataques aéreos, no solo hace aún más compleja la tarea de los psicólogos de tratar a personas con síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT), sino que también deben enfrentar un reto que puede obstaculizar su práctica clínica: ellos mismos.
Porque ellos, al igual que algunos de sus pacientes, también sufren de traumas a nivel psicológico.
Es el caso del doctor Hassan al-Zeyada, quien se desempeña en el Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza, y que desde hace décadas se dedica a dar terapia a sus compañeros residentes de la Franja de Gaza que padecen trauma psíquico.
Según reporta The New York Times (NYT), un ataque aéreo israelí acabó con el hogar de la familia del especialista de 50 años, quien perdió a seis familiares cercanos, incluyendo a su madre y a tres de sus hermanos.
“Intentas ayudar a las personas con su sufrimiento”, dijo Zeyada al diario estadounidense. “Es totalmente diferente cuando tienes la misma experiencia”.
Además, “no hay un lugar seguro. Psicológicamente, ese es el problema”, aseguró.
Y agregó que “eres como un doctor de prisión que trata a una víctima de tortura, que sana al prisionero para después ser interrogado y torturado de nuevo”.
De hecho, el psicólogo distinguió que él mismo presentaba signos característicos de trauma, como la disociación, que surge como un mecanismo de defensa a raíz de una acontecimiento traumático.
Por ejemplo, “(…) hablando en segunda persona para distanciarse del dolor (…)”, relata la publicación en NYT. Otra respuesta es la negación.
Zeyada se había olvidado de que la casa de su hermano ya no existía y que el mismo ya había muerto, por lo que intentó llamarlo cuando se enteró de una serie de bombardeos ocurridos cerca del campamento de refugiados donde vivía su familia.
Zeyada, el mayor de los hermanos que aún viven, quien dijo que buscaría asesoría psicológica y regresaría a trabajar, indica NYT. Porque, entre otras razones, debe hacerse cargo de 11 de los hijos de sus hermanos fallecidos.