Una aeronave en desuso fue comprada, trasladada y ensamblada como biblioteca en la Plaza Cívica General Álvaro Obregón; se trata de uno de seis proyectos culturales UTOPÍA.
¿Y si el avión presidencial fuera una biblioteca? El 15 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador rifará no la aeronave, sino el avalúo.
Nadie ha comprado el Boeing modelo 787-8 de la serie Dreamliner y técnicamente sigue a la venta. Pero si es del pueblo de México, ¿cómo aprovecharlo?
“Lo hacemos biblioteca”, responden entre risas los encargados del Boeing 737-200 matrícula XU-IZP01, en la alcaldía Iztapalapa. Ellos son expertos en recuperación de espacios y aviones.
Éste dejó de funcionar en 2009 y estaba en desuso y sin motor en el hangar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) hasta su compra, traslado y ensamble como aerobiblioteca. El 12 de enero aterrizó en la Plaza Cívica General Álvaro Obregón, en la colonia del mismo nombre, que era un tiradero de basura.
“Se fue trayendo en partes y se armó aquí para poder utilizarlo bajo esta ambientación. Fue una adquisición de Iztapalapa”, menciona María Antonieta Pérez Orozco, directora ejecutiva de Cultura de la alcaldía, en entrevista con Reporte Índigo.
El proyecto de la alcaldesa Clara Brugada se llama “Volando a la UTOPÍA”, son las siglas de las seis Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social que están en construcción. Cada una busca mejorar la “turbulencia” en Iztapalapa, donde la percepción social sobre la inseguridad pública fue de 88.3 por ciento, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), publicada el 16 de enero.
“Va a ser un conglomerado de diferentes espacios que lo que buscan es generar condiciones para que los pobladores de Iztapalapa tengan acceso al deporte y a la recreación de calidad. Pareciera que a veces es algo imposible, inalcanzable y para nosotros es algo que podemos estar palpando”, dice Pérez Orozco.
Utópico también es que esta inversión de 10 millones 500 mil pesos, según el contrato administrativo, haya aterrizado a lado de un depósito vehicular.
Las flores que forman parte de la decoración mejoran la imagen urbana. “¿Para qué sirve la utopía? Sirve para caminar”, afirma un mural con esta frase de Eduardo Galeano que adorna el escenario.
Libros a bordo de la UTOPÍA
Desde la inauguración, 21 mil 700 pasajeros han volado a la UTOPÍA. La mayoría son niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos mayores de Iztapalapa y del Estado de México que suben por primera vez a un avión.
“No deja de llegar la gente, sigue muy emocionada. Pensamos que habría un momento en el que se iba a estandarizar un poquito pero sábado y domingo tenemos afluencia de mil 500 personas y entre semana 400 o 500”, revela la directora María Antonieta Pérez.
Los usuarios pueden disfrutar sin costo de 225 libros en formato impreso, 187 de los cuales forman parte de la Guía IBBY México de literatura infantil y juvenil. Otros más son de divulgación científica.
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“Pueden llevárselos a su casa o consultarlos en la sala de lectura. Abajo tenemos talleres y también hay préstamo interno”, explica Pérez Orozco. Los encargados registran el número de libro y datos de identificación como el nombre, la dirección y el teléfono.
En un recorrido que el capitán Óscar Dael Gómez Badillo realiza para Reporte Índigo explica el uso de las 26 computadoras con acceso a Internet. Cada una tiene 15 libros electrónicos precargados y el software Pinakes Library.
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“Con este pueden cumplir su propósito de 10 lecturas y así pasar al simulador. Está pensado para todas las edades, todos están incluidos”, interviene la sobrecargo Maricruz García Aguilar.
Para hacer de Iztapalapa la alcaldía más lectora, el acervo también incluye 10 audiolibros y otras colaboraciones. “Los vecinos nos han donado diversos libros, pero están en proceso de catalogación”, informa Dael Gómez.
Los talleres van desde la elaboración de un pasaporte para tener acceso al avión, de reciclado, ajedrez, navegación en Internet y manejo de las computadoras, adicionales a la programación cultural permanente.
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“En algunas ocasiones aquí ponemos un cuentacuentos para poder generar una lectura diferente a las familias”, afirma el capitán.
Sobrevolar Iztapalapa
La capitana del avión Diana Itzel Gonzaga platica que algunos pasajeros menores de edad han reclamado que por qué aterrizaron en Iztapalapa y no en Acapulco. De cualquier forma, la experiencia de sobrevolar la zona es única.
La cabina tiene un simulador incluido y la idea es que piloto y copiloto tripulen el avión como si fuera un vuelo semiprofesional. Para ello, cuentan con la ayuda de un instructor que los asesora conforme avancen de nivel.
“Cuando tenemos mucha gente, es de entre 10 y 15 minutos, cuando no tenemos es de tiempo libre. El detalle es que este simulador de avión vuela en tiempo real”, explica sobre la duración de la actividad.
Los usuarios aprenden a despegar, a aterrizar, algunos de los parámetros básicos de vuelo y sobre las fallas mecánicas.
“La idea es fomentar el ámbito científico para que, a lo mejor, de aquí salga una o un futuro piloto aviador”, motiva
