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Ayer, compañías como Kickstarter y Netflix participaron en una propuesta masiva en la Red para pedir a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) que respete la neutralidad en Internet, o Net neutrality.
El concepto, en principio, parece estar alejado de los usuarios –finales– de la Red, y tener que ver mucho más con los sitios Web o los proveedores de Internet (ISP, por sus siglas en inglés).
Eugenia Rodríguezhttp://youtu.be/gmIYwYs14ss
Ayer, compañías como Kickstarter y Netflix participaron en una propuesta masiva en la Red para pedir a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) que respete la neutralidad en Internet, o Net neutrality.
El concepto, en principio, parece estar alejado de los usuarios –finales– de la Red, y tener que ver mucho más con los sitios Web o los proveedores de Internet (ISP, por sus siglas en inglés).
Pero la decisión que la FCC, y su equivalente en varios otros países tomen respecto a la neutralidad, repercutirá, finalmente, en los clientes de los ISP y en los usuarios de las páginas de Internet. Es decir, en las personas comunes, cuya única relación con Netflix es el amor por “House of cards”.
Net neutrality para principiantes
En pocas palabras, el respeto legal a la Net neutrality evita que compañías como Comcast o Verizon –en Estados Unidos–, o Infinitum, Cable y Axtel –en México– puedan tomar decisiones sobre qué contenido transmitir y cómo hacerlo.
El concepto de la neutralidad los obliga a tratar a todos los sitios Web como iguales, sin importar el tamaño de la empresa que los maneja, la cantidad de visitas que reciben o el tipo de contenido que ofrecen.
Lo que los sitios temen, y los usuarios deberían temer, es que al dar a los proveedores de Internet el poder de decidir cómo manejar cada página, sus intereses los lleven a limitar la exposición o velocidad de las que menos les gustan, o con las que no tienen un trato.
Por ejemplo, si Google decidiera no pagar una tarifa establecida por los ISP para ser transmitido a una velocidad superior, el usuario final del sitio lo recibirá lentamente, aún si está pagando un servicio de Internet que le dan derecho a más megabytes por segundo.
Hasta el momento, la velocidad del servicio contratado define qué tan rápida o lenta es la recepción de la Red en las computadoras de los usuarios. En el mercado mexicano se anuncian paquetes con hasta 200 megas, que pueden ascender a los miles de pesos.
El problema llega cuando un usuario que pagó una gran cantidad de dinero por tener acceso más rápido a Internet, comienza a ver su servicio ralentizado, porque su proveedor decidió que el sitio Web que quiere visitar no puede llegar a la velocidad necesaria.
Las razones pueden ser variadas, desde no haber pagado una tarifa (que hasta el momento está prohibida por la ley en la mayor parte de los países), hasta un desacuerdo entre empresas o la inconformidad del proveedor con el contenido de la página en cuestión.
Y podría aplicar también de otras formas. ¿Qué tal si, de repente, una compañía de Internet decide ofrecer el contenido total de la Red solo a aquellos clientes que tengan los paquetes más caros?
¿Y si quienes quisieran pagar menos tuvieran que limitarse a los sitios preferidos del proveedor, o los que le estén pagando?
Dar la facultad de limitar el acceso a los “caminos rápidos” de la Red a unas cuantas compañías puede ser muy peligroso, y quienes pagan el precio más caro son quienes no tienen voz ni voto en el asunto, por lo menos en términos prácticos: los usuarios.
¿Qué es la neutralidad en la Red?
En el 2010, la FCC lanzó la “Orden para la Internet abierta”, que establecía normas de transparencia, de la prohibición de bloquear contenido legal y la prohibición de que los ISP discriminen el tráfico de la Red de forma injustificada.
Pero en enero de este año, el Tribunal de Apelaciones para el Distrito de Columbia de Estados Unidos emitió un fallo en el que, si bien reconoció la autoridad de la Comisión sobre el tema de transparencia, anuló las normas antibloqueo y antidiscriminación a los ISP impuestas por la FCC.
Lo anterior se traduce en la libertad de las compañías de banda ancha de privilegiar a proveedores de televisión por cable e Internet, y a grandes corporaciones con presencia en línea por encima de otras, ofreciendo servicios de Internet de mayor velocidad de descarga, a un precio más elevado.
Los usuarios, por ende, no podrían acceder a todos los contenidos de manera igualitaria, como se había mencionado.
Todo esto viola el llamado principio de “neutralidad en la Red”, que se refiere a que “los consumidores pueden tomar sus propias decisiones sobre las aplicaciones y servicios a utilizar y tienen la libertad de decidir a qué contenidos quieren acceder o cuáles crear o compartir con otras personas”, señala la FCC.
Este principio, también conocido como “Internet Abierta”, “usa estándares gratuitos que están disponibles al público y a los que toda persona puede acceder y aportar, y trata de forma igualitaria todo el tráfico que fluye a través de la Red. ‘Internet abierta’ es Internet como la conocemos, con igualdad de condiciones para todos”.
Pero ahora, el organismo independiente regulador de Internet se encuentra inmerso en un debate, luego de que se diera a conocer en abril de este año que la Comisión presentaría una nueva versión de sus reglas para mantener una Internet abierta.
Y es que las nuevas reglas acabarían con el principio de “neutralidad en la Red”, permitiendo a los ISP ofrecer sus servicios de la Web a “distintas velocidades”.
En un artículo publicado en The New Yorker, Tim Wu, experto en la regulación de Internet y quien acuñó el término “neutralidad en la Red” en su libro “The master switch”, dice que “lamentablemente, el presidente de la FCC (Tom Wheeler) va encaminado a violar una de las promesas principales a los innovadores, al sector de la tecnología ya todos los usuarios de Internet”.
Las nuevas normativas son “discriminatorias” y amenazan con “convertir a Internet en un reflejo de otros ámbitos en la sociedad estadounidense: de tal desigualdad que amenaza profundamente el progreso a largo plazo”.
Lo que está sucediendo en la Red y la disputa por su neutralidad, es muy similar a lo que sucede en el “mundo tangible”, con el libre mercado.
Y es que, tal como en la vida real, con las autoridades, empresas, intereses y regulaciones, los usuarios (que se podrían considerar los ciudadanos), desean tener un libre acceso, rápido y eficaz a Internet, sin intermediarios de por medio, pues ya pagaron por ello.
¿El fin de los blogs?
Uno de los mejores atributos del Internet es, precisamente, su neutralidad. Cualquiera puede tener acceso a toda la información que contiene, y cualquiera tiene la opción de crearla, expresarse y tener su propio espacio.
Cientos de miles de sitios Web que comenzaron como blogs o diarios personales se han transformado en medios prestigiosos con cientos de empleados, y si la Net neutrality es olvidada por las leyes, este tipo de casos podrían desaparecer.
En un escenario en el que los proveedores de Internet deciden quién es más popular, es probable que den los mejores lugares a los mejores postores. Y seguramente estos no serán los dueños de páginas pequeñas, con unos cuantos cientos de lectores por mes.
En cambio, se propiciará el crecimiento de los ya gigantes, que pueden permitirse comprar su lugar en la mente de los usuarios.
Redes neutras
Hay países en donde no se viola el principio de “neutralidad de la Red”. Porque existen leyes aprobadas a favor de la igualdad de acceso a contenidos.
En la Unión Europea (UE), por ejemplo, la defensa por una Internet Abierta ha sido exitosa luego de que en abril de este año, el Parlamento Europeo votara a favor de la neutralidad de la Red.
La aprobación de esta propuesta prohíbe a los proveedores de Internet (IPS) ofrecer servicios “élite” de mayor velocidad a cambio de cuotas costosas.
Según reportó la BBC, también prohibiría a las redes móviles y los proveedores de banda ancha bloquear servicios -mensajes de WhatsApp o el almacenamiento en la nube de Google Drive, por ejemplo- que compitan con sus propias ofertas.
En 2012, Holanda fue el primer país de la UE y uno de los primeros en el mundo en aprobar una legislación que protege el carácter neutro de la Red.
Chile se convirtió, en 2010, en el primer país del mundo en reconocer la protección de la neutralidad en la Red, con la aprobación de una ley que obliga a los proveedores de servicios de Internet (ISP) a “no bloquear, interferir, discriminar, entorpecer ni restringir arbitrariamente el derecho de cualquier usuario de Internet para utilizar, enviar, recibir u ofrecer cualquier contenido, aplicación o servicio legal”.
Ecuador es otro país en Latinoamérica que, en 2012, consagró el principio de una Red neutra. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones emitió un Reglamento que impide a los ISP distinguir y priorizar “(…) de modo arbitrario contenido, servicios, aplicaciones u otros, basándose en criterios de propiedad, marca, fuente de origen o preferencia”.
En abril de este año, también, el Congreso de Brasil aprobó el “Marco Civil de Internet”, una ley para regular el Internet que incluye el principio de la neutralidad de la Red. Esta “Constitución” de Internet vela por la protección de la privacidad del usuario y restringe a los ISP de discriminar el acceso a contenidos.